Por Víctor Daniel López < VDL > 

 

 

Antonio Ramos Revillas, escritor mexicano nacido en Monterrey, ha publicado diversos libros de relatos como “Todos los días atrás”, “Dejaré esta calle”, “Sola no puedo” y “Habitaciones calladas”, así como también tres novelas infantiles: “Los cazadores de pájaros”, “Reptiles bajo mi cama” e “Ixel”. Explorando los temas principales de la infancia y juventud, Antonio Ramos es capaz de crear historias que nos lleven a recordar los grandes misterios que habitan en esas etapas de la vida, las batallas a las que a veces nos vemos enfrentados, los demonios que nos persiguen o la suerte que también se pone de nuestro lado. Hace unos meses, Fondo de Cultura Económica lanzó su último libro, “La dama de la selva” (con ilustraciones de Zuzanna Celei), y con esta fantástica novela infantil vuelve a explorar de nuevo los secretos de la madurez.

Manuel es un niño que recién acaba de perder a su madre. Su padre ha decidido volverse a casar, pero Cleotilde, ahora su madrastra, pareciera que le hace la vida imposible. El abuelo de Manuel siempre le ha contado historias mágicas sobre la selva y los seres que en ella habitan, y así el pequeño ha comenzado a sentir una fascinación grande por aquel mundo, al igual que por la vida y las palabras de su abuelo, que aunque esté enfermo y muriendo, posee una inmensa sabiduría que logra transformarla en grandes consejos para su joven nieto, incluso para cualquiera de nosotros.

Un día, después de haber discutido con su madrastra, Manuel se interna en la selva para ir en busca de su padre, pero termina perdiéndose, y es entonces cuando le suceden las cosas más irreales y extrañas que a un muchacho pequeño le puedan suceder. Lleno de miedo, intenta salir de ahí antes de que oscurezca, sin embargo, la selva, por alguna extraña razón, se lo impide, como si quisiera retenerlo allí a propósito por algún tiempo. Cae la noche, y entonces se despiertan los ruidos de las sombras que deambulan entra la oscuridad. Cae la lluvia, y con ella aparece una mujer misteriosa que hace embarcar a Manuel dentro de una aventura que habrá de llevarlo a conocer otros seres mágicos y vivir asombrosas situaciones, analizando de esta forma su propia vida, reflexionando, recordando y tratando de vencer así todos sus miedos y preocupaciones.

La selva no es más que el propio mundo de Manuel, y de cualquier otro niño, que se halla en un proceso de transformación y de lucha. Una selva por la que todos pasamos, donde habitan sombras, donde a veces llueve, se inunda, donde a veces desaparece la luz; donde hay ruido, a veces silencio, donde encuentras a otros seres en tu camino: algunos te ayudan, otros te confunden; donde habita el peligro, pero también, escondida entre la hierba y los árboles, aguarda la esperanza; donde vuelves al pasado, donde te intriga el presente… Pero al final, aunque en un principio pareciera imposible salir de aquel laberinto, algún día lo haces, y entonces vuelves al exterior y logras observar el mundo y la vida con otros ojos, de niño todavía, claro, pero quizá un poco más grandes, quizá un poco más sabios. Regresas a casa, y entonces sigues siendo otro, pero sigues siendo el mismo de siempre.

El autor comparte que con aquella misteriosa dama de la selva, él busca recordarles a los niños que alguien siempre estará ahí para ayudarlos a superar todos sus miedos. Con “La dama de la selva”, Antonio Ramos Revillas busca hacerles saber a los niños y jóvenes que el hacerse mujeres y hombres resulta un viaje misterioso, pero también extraordinario y mágico. “No existe mejor aventura que aprender a conocerse”, fue una de las frases sabias que el abuelo de Manuel le repetía a éste. “… se sorprendió un poco de pensar en esas palabras y no supo si eran ya palabras de hombre, de ésas que su abuelo le había dicho que un día nacerían del fondo de su corazón y las entendería.”