Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter:  @ayala1788 

 

Con la victoria de Andrés Manuel López Obrador para ser el nuevo Presidente de México se han disparado las expectativas acerca de sus promesas de campaña que realizó en cada una de las materias importantes que afectan a nuestro país, desde lo económico o política exterior hasta lo educativo y cultural.

Uno de los ámbitos que fueron tocados en las propuestas de este proyecto de regeneración fue el de la industria cinematográfica sobre todo en lo que tiene que ver con el cine mexicano y su exposición. Entre lo que se está proponiendo es aumentar  los espacios y el tiempo de exhibición que le corresponde al cine nacional dentro de los complejos correspondientes, pues como bien se sabe apenas hay películas mexicanas que ocupan un espacio en la cartelera de las salas de cine, las cuales en su mayoría se componen de filmes hollywoodenses. Sí, hay películas nacionales que llegan a un estreno nacional importante, pero la mayoría de estos productos son las comedias comerciales dirigidas a un público pasivo, dejando de lado o en el olvido las producciones más independientes o cine más autoral que es lo que más abunda en nuestra cinematografía.

En el 2017 se produjeron un total de 175 películas nacionales, ahora bien ¿Cuántas llegaron a estrenarse? Probablemente la mitad lograron llegar a las salas, pero seamos sinceros, serán unas 30 o 40 siendo muy generoso las que tuvieron un estreno nacional importante que no se limitara a salas de cine de arte o complejos como la Cineteca Nacional. La otra mitad simplemente nunca se estrenan, ósea que tenemos unas 80 0 90 películas mexicanas que quedan ahí, en el limbo, sin una comercialización real para el espectador. ¿Culpa de los exhibidores? Puede que sí, pero para ellos es un negocio y si la gente no va a ver una película que estrenan para ellos representa una pérdida, por eso prefieren ir a la segura con estrenos comerciales a los que el público promedio prefiere acudir con regularidad.

Ahora bien, hay una propuesta dentro del proyecto de Andrés Manuel López Obrador que podría influir para cambiar esta tendencia, la inclusión de una materia de apreciación a las artes en la educación básica. Si, los niños toman a veces clases de artísticas como danza, música o pintura, pero todo va dedicado a su aplicación, la apreciación prácticamente se deja de lado, ¿Cómo podemos empezar a tocar un instrumento si primero no aprendemos a oírlo? ¿Cómo se puede montar una obra de teatro sin saber quién es Shakespeare o Tennessee Williams? ¿Cómo podemos ser cinéfilos si no hemos visto películas de Chaplin, Mizoguchi, Renoir, Hawks, Ray o Buñuel? La apreciación a la cultura es un tema que se ha dejado de lado y que afecta notablemente a la propagación de trabajos artísticos, eso es un hecho, y sí, hay público que va al cine a ver una película mexicana de autor o que va a una muestra de pintura en el centro, pero seamos sinceros, es un público muy mínimo, insuficiente para que la cultura sea propagada en masa.

La inclusión de la apreciación a las artes y su efecto en la exhibición del cine nacional sería un plan a largo plazo, pero es un plan que nos asegura en un futuro ser mejores espectadores, un público activo y no pasivo que aprecie al cine no sólo como un mero entretenimiento, sino como lo que en realidad es, una forma de expresión artística, y esto entonces se vería reflejado en las salas de cine pues podrán estrenar más cine autoral con la seguridad de que el público irá a verlas.