Por Víctor Daniel López < VDL >

La voz de Guadalupe Dueñas, considerada por Elena Garro como la mejor cuentista de México, sale de nuevo a la luz gracias al Fondo de Cultura Económica, por medio de la colección “Letras Mexicanas” en este compendio literario de más de ochocientas páginas que reúne toda la obra completa de esta autora que, aunque quizá es poco conocida en nuestros días, es muestra del gran talento e ingenio en los tiempos de mejor creación artística del país.

Guadalupe Dueñas de la Madrid, pariente del expresidente Miguel de la Madrid por parte de su madre, nació en 1920 en Guadalajara, y aunque poca información se tiene de su infancia, sí se sabe que cursó su educación básica en los Colegios Teresianos de la Ciudad de México y de Morelia, así como que llegó a tomar clases particulares de literatura con Emma Godoy y otros tantos en la UNAM. Es en la época colegial cuando Guadalupe comienza a escribir su diario y diversos poemas, de los cuales después recibiría la crítica de su tío Alfonso Méndez Plancarte, que la motivaría a seguir escribiendo, aunque más prosa y menos poesía, pues según éste, se le daba mejor a ella la narrativa que los versos. Así es como en una feria de libro, el Fondo de Cultura Económica  le permite colocar su auto publicación de una selección de pequeños cuentos cargados de humor único y alta imaginación. Ahí es que se da a conocer ante grandes escritores como Octavio Paz, Alfonso Reyes, Julio Torri, Emmanuel Carballo, entre otros. A partir de ahí, comienza a abrirse paso ante un mundo literario que recién emergía con las mejores plumas y letras que el país ha tenido. Su obra alcanza a llegar lejos y los grandes intelectuales del momento aclaman y leen a Guadalupe, mejor conocida como Pita Dueñas, con gran deleite y riqueza. Termina así dedicando su vida al cuento, al ensayo y al guion tanto teatral como televisivo. Con la antología “Tiene la noche un árbol” (FCE, 1958), es con que gana el Premio José María Vigil.

En este libro (Obras Completas), que reúne todos sus escritos, públicos e inéditos (como lo son los poemas que jamás sacó a relucir, y que, aunque Méndez Placarte advirtió que no siguiera este camino de la poesía, se nota profundidad y dulzura en sus versos), el lector podrá adentrarse en el mundo y las letras de Pita, conocerla, hablar con ella y desnudar las emociones humanas en historias que, aunque parezcan sencillas, cargan con mensajes que van más allá de la obviedad y el humor, tanto satírico como blanco, que en ellas habita. Este universo literario “no defraudará al lector marcado por la curiosidad, al que guste de viajar a las zonas subterráneas de la condición humana llevado de la mano por un lenguaje tan poético como aterrador”, expone la doctora Patricia Rosas Lopátegui, compiladora de este trabajo excepcional de más de cinco años de trabajo de investigación y recopilación.

“Guadalupe Dueñas. Obras completas” se divide en dos partes. La primera consta de sus libros de cuentos publicados (“Tiene la noche un árbol”, “No moriré del todo” y “Antes del silencio”), así como

su selección de estampas literarias de personajes (“Imaginaciones”), en la que homenajea a grandes amigos e intelectuales que siempre ha admirado y en las que, como en pequeños cuadros, presenta una parte de sus vidas (como Sor Juana Inés de la Cruz, Alfonso Reyes, José Vasconcelos, Jorge Luis Borges, Rosario Castellanos, Juan Rulfo, Octavio Paz, Elena Poniatowska, Carlos Fuentes y muchos más); también cuenta esta primera sección con una hemerografía (constituida por reseñas y artículos que escribió para revistas, como los pequeños perfiles de grandes mujeres en la historia de la humanidad, apoyando así al feminismo y demostrando al mundo que la mujer ha asumido también grandes papeles importantes en la sociedad y en el mundo intelectual) y una miscelánea (conformada por una adaptación teatral de “La gallina degollada” de Horacio Quiroga, un escrito sobre Carlota de Habsburgo, posiblemente que daría pauta para el futuro guion de la telenovela, y un dulce homenaje a Julio Torri). La segunda parte es la considerada inédita y que por primera vez sale a dominio público, pero que de igual manera que la obra anterior, resulta estupenda, llena de misterio y grandeza; aquí se disfruta de su exploración en la poesía, algunos textos que quedaron en desarrollo (como el grandioso dedicado a María Antonieta), su asesoría para algunas obras de teatro en el IMSS, primeras versiones de sus cuentos anteriores, y para finalizar con una grata sorpresa: su única novela “Memoria de una espera”, una crítica social mezclada con un toque filosófico y espiritual, escrita gracias a la beca que le fue otorgada por el Centro Mexicano de Escritores en 1961, pero que jamás publicó debido a su exigencia propia que le hizo creer que aún no estaba del todo lista. En todas sus obras se logra leer la personalidad de la escritora y entender sus emociones, ideas y creencias, aún sin llegar a conocerla siquiera en persona. En cada uno de sus cuentos, sus estampas biográficas, sus reseñas y poemas, se perciben los mismos fantasmas que no dejaban tranquila a Guadalupe, la misma sangre corriendo, los mismos sentidos, la misma percepción frágil ante un mundo que se le iba abriendo entre sueños. La soledad, la naturaleza, la fascinación por los animales, el asombro por la vida o la muerte, la inconformidad ante la sociedad, su gobierno y sus reglas, la conmoción ante los seres más frágiles, la lucha por una sociedad más justa y sensible ante la crueldad del hombre. «En mis cuentos no existe la fantasía (…) Soy absolutamente realista a la hora de contar cosas. Cuando los bondadosos críticos afirman que tengo mucha imaginación, me siento avergonzada. Todo me sucede, hasta los sueños. He deambulado por ellos», argumenta Pita Dueñas, la mujer que nunca se casó, que siempre se sintió sola, que escribió para sentirse acompañada y que convirtió sus palabras en el mayor consuelo que pudiera tener.

Con esto, queda demostrado que Guadalupe, Pita, nuestra querida Dueñas, es una de las más grandes escritoras que ha tenido México, llegando a comparar sus dotes de cuentista incluso con Juan Rulfo y Jorge Ferretis. Para quien jamás la haya leído, esperamos le den una oportunidad. No defraudará, pues prometerá la interesante inmersión a un mundo mágico, sutil, lleno de seres y situaciones dispuestas a abrir la imaginación del lector y llevarlo a preguntarse sobre aquellas cuestiones que por lo general no solemos traer a la mesa de debate en nuestra propia mente. Pita Dueñas, aunque ya muerta, la sentiremos ahora más viva que nunca.

“Escribir significa para mí satisfacer una necesidad: liberarme de un caos de imágenes internas imponiéndoles el orden de la palabra y plasmándolas en un mundo cuya coherencia deriva de leyes propias. Quien encuentre en mis escritos un exceso de fantasía podrá pensar que por medio de ella estoy tratando de fugarme de la realidad cotidiana. Ciertamente es una fuga; pero encima de eso, es buscar acercarme a otra realidad más verdadera, más mía.”

 Guadalupe Dueñas

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