Por Erick Gálvez Ayala

Caminaba por alguna estación del metro de la hoy CDMX, corría el año de 1999 cuando en una de esos puestos que venden libros en los pasillos de transborde de la gran limusina naranja encontré el libro del sociólogo argentino José Ingenieros titulado «El Hombre Mediocre», no tenía ni idea del autor, nunca había escuchado de su obra, más bien lo que llamaba mi atención era el título del texto, en el veía una oportunidad para conocer más de las incongruencias humanas, un tema que me atrapaba de inmediato. El costo sólo era de $20.00 lo cual hacia más impulsiva mi decisión de comprarlo, eso hice, lo abrí y encontré una de las razones más importantes para subsistir.

Una de las grandes ventajas de leer a un sociólogo del siglo XX es que el lenguaje que se utiliza es coloquial, Ingenieros era de esos autores que llegan a su conclusión por un camino corto a la vez que verdadero, explica de manera tajante la definición del hombre. Con esta obra encontré respuestas a varias preguntas que circulaban por mi mente, no solamente las más elementales, sino hasta las más complejas que tenían que ver con diferenciar lo mediocre de lo diferente, lo extraño de lo común, lo natural de lo planeado. La forma en que explica cómo una persona de la era moderna puede ser idéntica al de la barbarie, cómo las personas replican actitudes tal como lo haría un animal sin analizar postura, sin razonar lo mínimo, son guiados por el instinto. Copian lo más que pueden, esperan permanecer en el anonimato, para ello se dejan amaestrar por cualquier persona que cree conocer la razón.

Al mismo tiempo descuartiza lo mediocre, destruyen la postura sin razón en este mundo, la claudicante, la contemplativa. Lo sumiso hace a una persona mediocre, la falta de ideas, la falta de inventiva, el vivir sin un sentido. Todo lo nuevo lo diferente no es aceptado por un hombre mediocre, es incapaz de adaptarse a una situación distinta a la que ya le enseñaron durante su niñez o adolescencia.

Muchas más cosas se entienden después de leer este libro que se puede terminar en una sola sentada, también se plantea la cara de la persona superior o idealista, aquel se ve en la creación una forma de sobreponerse al desazón de la rutina, lo que buscan es plantearse más senderos por los que se pueda cambiar lo establecido, ellos son felices sintiéndose diferentes al resto, es una virtud sobrevivir con la bandera de lo sui generis. Un libro altamente recomendable para quienes esperan que lo que ven no sea todo lo que existe.

 

«La adulación es una injusticia, engaña» – José Ingenieros.