Víctor Daniel López  < VDL >

Una vez, un escritor mexicano al que yo admiro, dijo algo así en una de sus clases de Redacción Literaria a las que yo acudía: “Si quieren ser buenos escritores, tienen dos opciones: La primera es saber contar una historia realmente interesante y buena; la otra es contar una historia sencilla, pero con un estilo único y majestuoso”. Después complementó: “Lo primero créanme es más fácil que lo segundo, así que dedíquense a buscar historias interesantes”. Alguien preguntó si no se podrían hacer las dos cosas a la vez, a lo que él respondió: “si lo llegáramos a lograr, seríamos grandes como Cortázar”. En efecto así es, sólo pocos como Julio Cortázar llegan a escribir de esa forma grandiosa, y como se pueden hallar cuentos con historias fascinantes (por ejemplo “La noche boca arriba” o “Continuidad en los parques”), también podemos encontrar historias que pareciendo sencillas, con el estilo, la prosa y el manejo de las líneas del autor, resultan sumamente elevadas (por ejemplo “Las líneas de la mano” o su Manual de Instrucciones en “Historias de cronopios y de famas”). Así es como Cortázar, desde entonces y hasta hoy, y lo será por siempre, se ha considerado como uno de los mejores cuentistas de todos los tiempos.

Alguien que anda por ahí” resulta una compilación de once cuentos quizá no tan conocidos, pero que al igual que el resto, son tratados con un manejo en la pluma elegante y sofisticada. Este libro fue escrito publicado por primera vez en 1977, tiempo en el que fue censurado en su país de origen, Argentina, debido al régimen militar de 1976-1983, mejor conocido como “El Proceso” y liderada por el dictador Jorge Rafael Videla, pues sus cuentos trataban de reflejar una Argentina melancólica, con historias trágicas, de suspenso y policíacas, así como de corrupción y burocracia. Esta nueva edición sale ahora publicada gracias a la editorial Alfaguara.

La antología reúne los siguientes cuentos: “Cambio de luces”, en el que un locutor es capaz de originar odio y desprecio en sus radioescuchas, en todos salvo en una mujer, quien le escribe en modo de admiración y se muestra como fanática suya y a la que después de un tiempo, se imaginan mutuamente su encuentro con ilusión; “Vientos alisios”, un juego entre una pareja que consiste en desconocerse al irse de viaje al mismo lugar y al mismo hotel, pero dándose libertad para hacer y deshacer cuanto deseen; “Segunda vez”, en donde se muestra la pesadilla burocrática al ir a realizar trámites ciudadanos que resultan obligatorios, pero más se asemejan a una burla directa al tiempo de las personas; “Usted se tendió a su lado”, que narra el paso de un muchacho hacia su propia madurez, reflejado en una conversación que sostiene con su madre sobre su relación amorosa; “En nombre de Boby”, exponiendo el terror que sufre un niño en sus sueños por las noches, pues tiene pesadillas que, se da a entender, tienen relación alguna con su propia madre; “Apocalipsis de Solentinameque habla de su paso en Nicaragua, tras hartarse de la prensa y las preguntas sinsentido que esta le hacía en Costa Rica, para entonces disfrutar de aquel país azul, las costumbres y el arte en las pinturas que allí encontró (“una vez más la visión primera del mundo, la mirada limpia del que describe su entorno como un canto de alabanza”), pero sobre todo, los bellos paisajes que se le presentaron ante sus ojos del archipiélago de Solentiname; “La barca o nueva visita a Venecia”, cuento que escribió muchos años antes de su primera publicación y que posteriormente retomó, lo mejoró y dejó salir a la luz, mostrando una historia romántica en la bella Italia, que culmina en Venecia; “Reunión con un círculo rojo”, un cuento fantástico que sucede en un restaurante alemán en donde atienden meseros que muestran una conducta extraña, atemorizante, y que hacen sentir incómodo al protagonista que trata de cuidar a una extraña mujer desconocida; “Las caras de la medalla”, mi favorito, pues me hizo recordar a La Niña Mala, y no aquella de Vargas Llosa, sino a la mía, pues resulta ser una historia de amor y rechazo entre Javier y Mireille, convirtiéndose así en una atracción mutua que no logran concretar bien (“era como si Mireille esperara de Javier algo que él esperaba de Mireille”); “Alguien que anda por ahí”, que narra el encuentro entre un terrorista y un revolucionario que iba hacer estallar una fábrica en Cuba, y en donde logra mezclarse la realidad con la ficción; y “La noche de Mantequilla”, referenciando la inolvidable noche en que Carlos Monzón le hubo ganado al campeón mundial de peso welter en boxeo, el cubano-mexicano José Ángel “Mantequilla” Nápoles.

Así es como “Alguien que anda por ahímuestra el talento excepcional de Cortázar para escribir, para narrar historias, para lograr incluir al lector en los hechos que pasan, en las emociones de los personajes, en lo que va sucediendo, pero también en lo que queda oculto y que resulta siempre imprescindible dentro de la obra del escritor argentino. Podrá pasar el tiempo, pero la literatura de Cortázar cobrará más y más fuerza con los años, conforme más le vamos descubriendo, y así mismo, entendiendo.

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