Víctor Daniel López  < VDL >

Uno de los libros imprescindibles dentro de la poesía iberoamericana sin duda alguna es “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” del poeta chileno, y considerado como uno de los más grandes de nuestros tiempos, Pablo Neruda. Aquel libro, publicado por primera vez en 1924, reunió la selección de unas de las obras con mayor sentimiento del autor, concentrando bellos poemas que hablan sobre el amor, el deseo, las despedidas, el dolor, la pasión, la nostalgia, la tristeza, y que cualquier persona se podría sentir identificado con ellos en algún momento de la vida. ¿Quién no ha llorado alguna vez con el Poema XX en una noche larga, silenciosa y sola? ¿Quién no le ha declamado a quien más ama “me gustas cuando callas porque estás como ausente”? ¿O quién no ha visto desde su ventana la fiesta del poniente en los cerros lejanos? ¿O visto escrito en alguna pared, en algún cuaderno o sobre la piel de un cuerpo “quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos?” En sus veinte poemas de amor, Neruda logra sobrepasar las barreras de los sentimientos para desnudar al alma, mostrarla frágil, pero también hermosa y pura, de tal forma que al experimentar cada uno de nosotros estas emociones, nos hacen humanos, y al compartirlas todos los hombres tengamos consciencia de que todos, absolutamente todos, somos iguales.

En este volumen de homenaje, gracias a Penguin Random House y bajo el sello editorial Montena, además de mostrar los majestuosos poemas de amor y aquella canción desesperada en sus versiones originales, y que muchos han leído, declamado, compartido y sentido, además aparecen veinte jóvenes poetas que rinden honor al gran Pablo Neruda, cada uno con su propia obra en la que están implícitas, si no en palabras y frases textuales referenciadas, sí los mismos sentimientos del maestro. Los poetas encargados de este trabajo fueron: @SrtaBebi · Ane Santiago · Redry · Iago de la Campa · Blon ·Benji Verdes · Carlos Miguel Cortés · Esteban Belmonte · César Poetry · Víctor Mengual · Sergio Chico · Lae Sánchez · Súe S. Mile· Dani Rivera · Nerea Delgado · CarlosKaballero · Irene G Punto · Ruenda M · Raquel Beck · Ana Elena Pena.

En los poemas de todos ellos podemos encontrar diferentes estilos, cada uno intentando descifrar las emociones sutilmente ocultas entre líneas de los versos de Neruda, o también alterándolos de alguna forma para darles otro sentido, quizá opuesto, pero sin perder relación con la originalidad del texto. El conjunto de estas obras resulta un gran experimento que hace un noble y nostálgico homenaje a aquel que supo darle cuerpo a las palabras para convertirlas en la misma definición de lo que resulta cualquier mujer en la tierra: bella, frágil y delicada; la mayor musa de todas; para el hombre y para la vida misma.

A continuación, algunos de estos poemas:

Me gustas cuando hablas porque estás muy presente,
y te escucho desde cerca, y tu voz me recorre.
Parece que los ojos estuvieran concentrados
y no hay lugar para besos si significan callarte.
Como no creo en el alma me pregunto a veces
de dónde sales, de dónde vienes, de dónde.
Mariposa fugaz, te pareces a la vida,
y te pareces a las palabras <<pura energía>>.
Me gusta cuando hablas y me dejas escuchar,
y estás como quejándote de todo lo injusto.
Y lo que yo digo no importa, pero aún así me oyes:
déjame que me calle con el grito tuyo.
Déjame que te hable también con mi silencio
silencio del que aprende, silencio del que escucha.
Eres como la noche, salvaje y oscura.
Tus palabras son uñas y garras y dientes,
se clavan donde duelen, por necesarias.
Me gustas cuando hablas porque estás muy presente,
cercana y combativa como si inmortal fueras.
Una palabra entonces, una opinión basta
y estoy alegre, alegre de combatir el momento.

Carlos Miguel Cortés

CENTRO DE FÍSICA EXPERIMENTAL

Donde tú ves un cuerpo,
yo veo una mente cerrada de piernas
y con las alas abiertas.

Donde tú ves
una oportunidad de poseer,
yo veo mil y una de seguir creciendo.

Donde tú ves fuego,
yo veo cenizas en ascuas por renacer.
Ella es el AVE que quiere volar
fuera de España.

Donde tú ves amor,
yo veo aventura,
veo admiración
por el precipicio y su altura.

Si no vas a mirarla bien,
mejor no la mires.
Si la quieres
déjala ir.
Pero si la dejas ir,
lo más seguro es que no la hayas sabido mirar.

Ruenda M.

 

Qué difícil aceptar que ya no somos los mismos.
Que el tiempo y los aciagos silencios
desbarataron el hogar que levantamos en el aire,
bastando un soplido traidor para encender la tempestad.
Todo lo que construimos será pasto del olvido:
la ternura, la alegría, la embriaguez,
y aquel deseo tirano que ayer nos anudaba fuerte por la cintura
y hoy desgarra nuestra carne convirtiéndonos en extraños.
Tú, el amante herido.
Yo, la virgen dolorosa sin misericordia alguna para quien le mendiga amor.

De mis pechos de piedra ya no mana la leche que aplacaba tu ansia,
y mis manos tejen con angustia una corona de espinas
para ese corazón quejumbroso y sangrante que palidece en tu pecho.
Puedes escribirme los versos más tristes esta noche…
que yo los echaré a volar como pájaros sin dueño
y me dirán adiós con sus plumas en llamas,
pues hoy serán para mí y mañana…
¡Ay, mañana!
Fuimos náufragos en este loco mar de amor que ennegreció de luto.
Los besos que no nos dimos,
los hijos que no tuvimos,
serán polvo de estrellas arañando la noche en su delirio.
Cuando te golpee insistente mi recuerdo
o acaricie tu sien mi nombre,
con los ojos contenidos en lágrimas, preñadas de nostalgia y espuma,
te sentiré a lo lejos.
En otra cama, en otros brazos,
con otro amor.

Ana Elena Pena

 

Hoy sí que parece que es una mañana llena de tempestad, en el corazón del verano. Que como pañuelos blancos de adiós viajan las nubes, y el viento las sacude con sus viajeras manos. Con esas viajeras manos que me presta para tocarte a ti de vez en cuando, para poderte proponer imposibles de color cielo de noche. Eternamente en fuga como la ola, es tu estado natural. El huir por el miedo a ser, el ser por el miedo a formar, el miedo a quererse quedar de verdad. Todo lo llenas tú, todo lo llenas. Pero tienes que saber que antes que tú poblaron la soledad que ocupas, y están acostumbradas más que tú a mi tristeza. Si no quieres quedarte no haré nada para que te quedes, si no quieres heridas por madrugadas desesperadas, por ausencias eternas, mejor que no se quede nada. Cuando sonríes al exterior regresan las cosas en ti ocultas. Ahora quiero que digan lo que quiero decirte, para que tú las oigas como quiero que me oigas. Pero siempre oyes lo que quieres, siempre dices lo que piensas, siempre piensas menos cuando tienes muchas ganas de hacer. Y te sale bien. No quiero tu ausencia, no quiero que estos sean los últimos versos que te escribo, pero si tienes que ser que sea.

Iago de la Campa

 

 La tarde me alza con sus brazos de piedra transparente.
Doy un primer paso,
percibo la fuerza del mundo pegada a la piel.
Cabalgamos juntos, el mundo y yo, yo y el mundo,
sobre la yegua sombría de la noche
hasta caer frente a la orilla del crepúsculo,
donde te encuentro recién amanecido.
Me levanto, soy la hija que salta del fondo de la tierra
para paladear el vino con mi lengua llena de guerra y de cantos.
Brindo invocando a la buena suerte
para no perderte de vista,
para recibir los besos que van en esos barcos graves.
Y me pregunto, asustada, qué o quién los guiará
ahora que están borrosas las huellas de las gaviotas en las playas.
Temo que se pierdan
y no quede más que un río, un espasmo, un fin del mundo.
Miro a lo cerca, y miro a lo lejos,
con estos ojos que nunca se volaron,
estos ojos fijos en la tierra mojada.
Otra vez te veo, otra,
y resucitan las mariposas que mató el viento triste.
Se cuelan por las ventanas de todas las casas,
en la mía dibujan sombras enredadas con forma de escalera y de fuente.
A tu lado, la vida no me da para escribir los versos más tristes,
ni para contar historias de pájaros que huyen.
Ya no volveré a estar sola,
seré para siempre
la niña morena y ágil
que amabas entre aquellas frías cosas.

Nerea Delgado