Por Erick Gálvez Ayala

Fue un regalo prometido, uno de esos que llegan a iluminar tus momentos vacíos, un obsequio recibido con gusto ya que tenía algunos meses de buscarle sin éxito. El presente no era más que el “Disco Rojo” de la banda chilena Lucybell, disco homónimo editado en 1998, un trabajo producido por Oscar López quien hace un trabajo sensacional con el juego de máquinas, además de la forma de presentar este viaje musical de los oriundos de Santiago de Chile.

El álbum desde las primeras secuencias es inspirador y nos engancha por la gran calidad de sonido, sin duda atrapa a cualquier seguidor de la música alternativa pues Lucybell a diferencia de muchas bandas de su generación hacía un rock melódico, nada convencional, empezando con el juego de guitarras de Claudio Valenzuela, acompañadas de sus textos verdaderamente poéticos y llevados por una base rítmica eficaz, electrizante. Del primer sencillo «Flotar es Caer» destaca la batería que parece arrancar con mucho esfuerzo para dejar entrar las seis cuerdas distorsionadas y una letra extraña apenas asoma lo que vendrá.

El segundo track es «Caballos de Histeria«, simplemente contundente, rockera, fuera de lo común, oscura, extraña líricamente, con versos sofisticados, una línea de bajo poderosa conduce un gran tema para seguir con «Rojo Eterno» en la que baja la distorsión, pero no el volumen, una canción que parece destellar tranquilidad, aunque en realidad relata desesperación por cometer aquellos mismos errores.

El cuarto tema es «Mírate en mi«, la voz de Valenzuela parece bajar su intensidad, alcanzamos a oír por primera vez esa gran capacidad que tiene para llegar a notas agudas, una letra fascinante con líneas como esta: «Siente mi alma muda, siente que no sé nada, yo veo magia atenta, mírate en mi…». Le sigue un paisaje sonoro delicioso, fuera de órbita, «Intento no Marearme«, nos relata la búsqueda de algo, el camino hacia un lugar sin retorno, la cautela de esperar el momento oportuno para devorar lo obtenido, excelente juego de secuencias, guitarras poderosas rompen amarradas, confirmamos que estamos ante uno de los mejores autores de América Latina con frases sobresalientes: «Háblame del frio, el viento puede rebanar, las distancias retroceden, la ansiedad tiende a avanzar…».

«Dame Calma» es un rock moderno contenido, un reclamo a lo cotidiano, esperar no significa detenerse, tal vez sólo necesitas un breve respiro, de nuevo un tema largo nos traslada a volar entre los sonidos de la banda. El track número 7 también fue un sencillo promocional, «Sembrando en el Mar» probablemente la canción más mediana del álbum, aunque no por eso mala.

La recta final empieza con «Sólo soy un Adicto«, una obra dark punk ambientada en atmosferas como de suspenso, no es la mejor letra, pero musicalmente bien puede mostrar los alcances de estos chilenos. «En mil Años» nos baja de nuevo el vértigo que nos envolvía, guitarras acústicas acompañadas de un texto simple, un buen tema que podría haber sido promocionado, aunque parece ajena al sonido global del disco. El fin llega con «No Naceré» guitarras heavy evocando molestia, enfado por el mundo animal en el que habitamos, poderosa, solida, cruda. Las ultimas frases repudian pertenecer al statu quo: «No naceré, entre campos de flores, sangre y bestias, no naceré entre putos y flores, sangre y bestias».

Al terminar de oír el tercer disco de Lucybell uno queda más que satisfecho, extrañamente las ventas no fueron las esperadas, pero nadie puede dudar que esta banda apuntaló su estilo con esta obra que, si no es maestra, está cerca de serlo.

«Quien lanza primero, piedras han de sobrar, mira el ojo ciego, el que juzga se escuda en su propia maldad» – Sembrando en el mar, Lucybell.