Reseña de la obra de teatro “La divina ilusión”

 

Por Víctor Daniel López  < VDL >

Twitter @vicdanlop  

 

 

“Amo el teatro porque no es mi vida.”

 

Desde el 8 de abril se está presentando en el Teatro Julio Castillo la obra escrita por el dramaturgo canadiense Michel Marc Bouchard, “La divina ilusión. Esta grandiosa puesta en escena está a cargo del director Boris Schoemann, con las productoras “Los Endebles” y “Petit Comité Teatro”, y bajo un elenco actoral excepcional, Pilar Boliver, Constantino Morán, Mahalat Sánchez, Miguel Conde, Paula Watson, Olivia Lagunas, Dalí Jr. González, Eugenio Rubio, Miguel Corral, Gabriela Guraieb y Servando Anacarsis Ramos. Con casi tres horas de duración, resulta quizá una de las mejores opciones de teatro que hay ahora en cartelera. Es grandiosa. Y así como te hace reír, te estremece, te hace dudar, te incomoda, te obliga a pensar y reflexionar sobre los diferentes temas a los que valientemente se van enfrentando a lo largo de los actos. Es una obra que sin duda no te hará salir del teatro indiferente.

La divina ilusión” se centra en la polémica que generó la legendaria actriz francesa, Sarah Bernhardt, durante su paso por una aldea de Quebec en 1095, cuando la iglesia le había prohibido actuar por presentarse en un ciclo de obras de temas escandalosos para el conservadurismo social y religioso. La historia comienza con dos jóvenes seminaristas, uno que muestra su gran pasión por el teatro dramático, llevando las emociones al límite, exagerando sus líneas, buscando historias interesantes por contar dentro de las historias cotidianas de las personas (y que esto lo lleva al sueño de escribir sus propia obra de teatro en el que represente la miseria cruda del ser humano, tal cual es, y como décadas atrás lo había hecho a su modo el realismo); el otro seminarista, rebelde y con una mirada y silencio que sólo hacen reflejar los secretos que guarda, vive su primer día allí al ser expulsado del otro seminario por cosas que uno debe ir descubriendo y decidir si se deben decir o no. La mayoría del pueblo dedica su vida a trabajar en las fábricas, donde las condiciones son fatales, se explota a mujeres y niños, e incluso se corre el riesgo de perder la vida. El joven amante del teatro y la poesía, Michaud, tiene tanto por escribir acerca de la miseria que lo rodea: aquella que vive en la corrupción de la iglesia, su pederastia, en la ambición de los empresarios y dueños de fábricas, en la explotación de los obreros y aquella también que inclina a la sociedad hacia una resignación total. Tanta miseria en el silencio, tanta miseria en el abuso, en el sentirse dueño el ser humano sobre otros, y entonces, ya no se es humano, ni para uno ni para el otro. Michaud ve una ligera esperanza en la admiración que siente por la poesía, la dramaturgia, el teatro, y claro, también por la diva francesa, la gran Sara Bernhardt, quien tanto le inspira y en quien ve tanta belleza, pero no esa física que a todo mundo deslumbraba, sino otra más allá que oculta bajo sus abrigos de marca, sus pieles y todos aquellos disfraces que porta siempre. Sarah recién acaba de llegar a ese pueblo donde las personas no tienen nombre (y se les conoce más por su oficio), y la emoción (fugaz, como todas) cobra vida entre la muchedumbre, una euforia nace en los corazones por la llegada de aquella mujer que pareciera después sólo traer desgracias, o despertar consciencias, depende de qué lado se vea. Pero al principio, toda la gente acude a recibirla, todos se conmocionan con su llegada, aún más Michaud, su fiel admirador y a quien, al poco tiempo, el Arzobispado le encomienda la tarea de irle a entregar la nota a la actriz en donde se le expone el rechazo a su figura y presentación por parte de la iglesia. Es entonces cuando comenzará una serie de acontecimientos que llevarán a develar los misterios de aquellos que lideran el pueblo, desnudando el infortunio que recorre las calles, las iglesias y fábricas, no sólo de Quebec y de aquellos años, sino de todas partes del mundo y de todos los tiempos.

La obra resulta una apuesta sumamente interesante. La escenografía resulta sencilla, pero no se necesita más, el guion y la calidad actoral lo hacen todo. Pilar Boliver está sensacional, y aunque ella se adueña del escenario cada vez que aparece en los actos que todos esperamos, al final uno comprende que los verdaderos protagonistas en aquel teatro, y éste de afuera que resulta el mundo, son los obreros, los niños muertos, las víctimas de esclavitud o pederastia, aquellos que deciden rebelarse y alzar su voz, pero también aquellos que prefieren no hacerlo por invadirles el miedo. Ellos son los verdaderos valientes, los que importan. Y es que existe algo más grande que nosotros que marca nuestros destinos, nuestras emociones, nuestras pasiones, algo de lo que ningún hombre puede escapar ni evadir, y que, tristemente, es la causa de tanto odio, tanta guerra e intolerancia. Ese algo, ese monstruo, es el poder: el del estado, el de la iglesia, el de la empresa. Aquel que se reduce siempre… al poder del hombre sobre el mismo hombre.

La divina ilusión” resulta también una reflexión interesante sobre si el arte, y en especial el teatro, son capaces de cambiar al mundo, de remediar los daños. ¿Se podrá ejercer como herramienta de revolución social? Quizá ya nada nos pueda hacer salvar, algunos piensan. Yo prefiero creer en que sí, que aún hay esperanza. Quizá el arte no cambie al mundo de la noche a la mañana, pero al menos sí «educa al ignorante sin que se dé cuenta«, y despierta conciencias, conmueve y sensibiliza, y eso, en los tiempos de ahora, es algo… o a decir bien, ya es mucho.

Y ahora… ¿quién entrará por esa puerta?, ¿quién subirá esa escalera?, ¿quién dormirá en esas camas? Yo también amo el arte, porque puedo representar todo aquello que no es mi vida, pero que al final, uno comprende termina siendo la vida de todos.

 

Horarios: Lunes y martes 19:00 horas (hasta el 04 de junio).
Duración aproximada: 3 horas con intermedio.
Precios: Entrada general $150. Descuento del 50% a estudiantes, maestros e INAPAM. Trabajadores del INBA 75%. Gente de Teatro $45. Jueves de Teatro $45.
Lugar: Teatro Julio Castillo, Centro Cultural del Bosque.