«Carta al ánimo»

 

Por Erick Gálvez Ayala

 

 

Apreciable ente de la humanidad.

Me dirijo a usted de manera respetable, para reprocharle las razones del exilio al que me envió en los últimos meses. Es inefable para mí entender su ausencia, tal vez no le valoré como debía, desprecié bastante lucidez en al aire para agazaparme en conflictos cotidianos, ese eterno juego de vivir por el cual dejamos de tomar importancia en muchas de las cosas. Durante estos últimos días me incorporo con dificultad para enfrentar esa batalla diaria, el cuerpo no responde con aquel esfuerzo de siempre, por horas mi cerebro sólo se enfoca en las reglas que permiten escribirle en ese momento, unos dogmas sociales agobiantes e implacables.

Mirando de reojo el pasado reciente, noto con desdicha lo brutal de no tenerle, contemplo una parte de mi vida incolora, una serie de sinsabores perdiendo la imaginación y, por si fuera poco, siendo lamentablemente negativo. El empeño por atrapar esa sagacidad compartida por tu ser es uno de mis mayores deseos, echo de menos esas ideas extravagantes, esos divinos pensamientos al igual que esas corazonadas hipnotizantes. Ruego que sólo hayas tomado un suspiro; espero de verdad que regreses.

Me empeño por recordarte para atraerte, vienen a mi mente aquellos colores radiantes en tercera dimensión, sólo que hoy los veo opacos, hasta volverse invisibles. Y es que, he sentido tu abandono de la peor de las maneras, la de la indiferencia, parezco ser solamente yo la víctima de tus planes macabros, carezco de objetividad, aunque bien sabes estoy acertando.

Ahora, únicamente tengo preguntas con respuestas subjetivas, con tintes rencorosos: ¿qué hice para que me olvidaras?, ¿dónde perdí tu confianza?, ¿cómo puedo recuperarte? Te maltraté. Seguramente herí esa fuerza de la que nos dotas a los habitantes del universo. Tengo claro haberte desestimado y te ofrezco una disculpa. Perdí tu camaradería cuando no valoré esas historias fantásticas, esas risas insensatas, esa energía capaz de soportar todo lo insoportable.

Espero recuperarte por medio de estas modestas letras, en las que cuento lo mal que se siente no contar con tu compañía, lo terrible que se vuelve respirar por costumbre.

Espero vernos pronto, un día, unas horas, o incluso unos minutos podrían hacer la diferencia… aquí aguardo tu regreso.

 

«Frío e insípido es el consuelo cuando no va envuelto en algún remedio”.

Platón.