Nota invisible

 

Por Daniel Hernández García

 

 

Patty tenía la certidumbre de lo él iba a hacer, sin embargo, el saber no la preparo para lo que venía, miles de personas acuden cada año al Golden Gate para ser cobijadas por el mar al mismo tiempo en que se rompen sus huesos al tocar el agua. A Carlos le bastaba con haber dejado notas invisibles de lo estaba por hacer, sin testigos, ni música que lo acompañe en el último momento, el modesto departamento el cual había habitado en compañía con Patty le bastaba.

 

Era un mes melancólico, mañanas frías, días nublados y atardeceres llenos de nubes oscuras. A Patty le desagradaba la sopa, sin embargo, era la única comida que podían costear, café rancio, galletas duras era con lo que sobrevivían, porque cuando uno sueña tiende a descuidar su lugar en la realidad, Carlos se había inmerso en un sueño imposible, admiraba a los artistas que retrataban la realidad, pero a él eso no le bastaba, él quería cambiar la realidad, en un principio fue emocionante la energía con la cual hacia bocetos de lo él llamaba sublime realidad, sin embargo la energía con la que trabajaba fue poco a poco cambiando por el sentimiento de frustración al no poder transformar sus pensamientos en una sola imagen.

 

Patty lo amaba al igual que Carlos a Patty, se conocieron en una librería en la que trabajaron un tiempo cuando eran nuevos en la ciudad, se identificaron de inmediato en el otro, rentaron entre los dos el modesto departamento que actualmente ocupaban, Carlos solía hacer retratos al carbón de Patty, “si los ángeles habitaran la tierra serian como tú”, le solía decir a su amada “y si el diablo caminara entre nosotros muy posiblemente serias su amigo” le contestaba Patty, ella sabía que Carlos no era un Ángel que digamos pero mantenía una gran fe en que algo más grande que nosotros existía.

 

Patty tuvo la oportunidad de ser coeditora en una editorial rimbombante, lo primero que hizo fue pedirle a Carlos que dejara su trabajo y se dedicara a pintar, a ella no le importaba ser el único sustento en su hogar, tenía una gran fe depositada en Carlos, le encantaba ver sus dedos huesudos, untando el carbón en las hojas de papel, a menudo se dormía observándolo trabajar en su restirador o en el suelo.

 

Con un mayor tiempo disponible Carlos se propuso a descubrir quién era y en una incursión por las calles de centro conoció a Mauricio un fotógrafo que le tomo una foto mientras observaba una fachada con un bloque prehispánico dedicado al desmembramiento. Mauricio quedó maravillado por el joven enclenque, lo invito a tomar una copa de vino en una librería que parecía más un café kitsch donde los libros no eran libros sino objetos con la única función adornar. Al poco y después de varias salidas mientras Patty trabajaba, Carlos cayo en el sexapil de Mauricio, re descubrió una parte de su sexualidad que había pasado por alto desde aquel verano cuando jugaba futbol con unos amigos al ver que sus amigas se quitaron las playeras para descubrir sus torsos, sintió un cosquilleo en la entre pierna y una aceleración en su pecho.

 

Carlos comenzó a perder peso y al poco tiempo cayó enfermo, un día mientras Patty regresaba del trabajo lo encontró en el suelo, ardiendo en fiebre, hizo un esfuerzo sobre humano para llevarlo al hospital donde le darían el diagnostico final que era más como una sentencia, Carlos tenia SIDA, al él le atemorizaba haber contagiado a Patty, se sentía sumamente culpable y que la enfermedad era un precio justo por haberla traicionado. Afortunadamente Patty estaba limpia y no tenía intenciones de dejar solo a Carlos, se hizo cargo de él, trato de animarlo. Constantemente Carlos le decía a Patty que no quería ser una carga, que ella merecía una vida real, Patty le repetía que lo amaba y que él era suficiente para ser feliz. Carlos sabía que la espera para su muerte iba ser larga, que llegaría el momento en que no sería capaz de sostener un lápiz, para bañarse e ir al baño necesitaba de ayuda, a veces esperaba entre su propia mierda a que Patty llegara del trabajo porque las fuerzas lo habían abandonado.

 

Así como los días más felices también los días oscuros se recuerdan, Patty salió del departamento, el sobre con cartas en la mesita de cama y un abre cartas con mago de marfil, Carlos le dijo adiós, un adiós cargado de algo desconocido que le hizo rodar un lagrima a Patty. Patty le dio un beso en la frente a Carlos se despidió y le dijo cuanto lo amaba. Durante todo el día Patty sintió un hueco en el estómago, la espera para el término de su jornada fue insufrible, cuando por fin cruzo la puerta, un olor extraño inundaba el departamento, cuando llego a la cama de Carlos, Patty se dejó caer de rodillas sobre los pies de Carlos, Carlos había colgado la mirada en el techo de la habitación y su sangre la hacía dejado correr junto con sus eses, el abre cartas aún continuaba en su mano.

 

No había nota, pero en el espíritu de Patty continua la nota invisible que dejo Carlos y que fue escribiendo de en poco en poco, como mándalas en el alma de Patty.