Reseña de Joker de Todd Phillips

 

Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter: @ayala1788

 

 

“Joker” abre con el logo de la Warner Bross de los años 70s, un logo con el que también iniciaría Naranja mecánica de Stanley Kubrick, pero eso no es lo único que comparten estas dos obras, sino una necesidad de señalar a un sistema que se ha encargado de ver a la gente común como meros peones inservibles que afectan las condiciones de los ricos y poderosos en una sociedad desigual e hipócrita. Tanto Alex como Arthur; los correspondientes protagonistas de estas películas, son tan solo el resultado que se da de un sistema manipulador y ventajoso que trae como consecuencia una sociedad indiferente, artificial y pasiva, donde si un hombre es capaz de revelarse es tachado de lunático, de inestable, de villano, esas son las consecuencias de la subjetividad de las cosas, otro de los temas centrales que toca “Joker”.

El viaje que propone “Jokerno es un descenso a la locura, sino el camino que existe de esta a la maldad pura, por eso podrían pensarse que Arthur apenas y cambia durante la historia, probablemente así sea, pues él desde un inicio no es estable ni mental ni emocionalmente, pero su descenso a los infiernos empieza a partir de que se da cuenta que el entorno donde vive está podrido, y mientras él veía su vida como una tragedia personal; las situaciones que van derivando transforman su perspectiva, es ahí donde se viene la verdadera catarsis en este estudio de personaje que sin duda emula a Travis en Taxi Driver, incluso la representación del antihéroe se siente latente, pero de nuevo la subjetividad de la perspectiva no deja que Arthur lo sea, no en Gotham, o dicho de otra forma, en cualquier ciudad del mundo en la que se pudo  haber desarrollado esta trama, pues esta toca temas universales y de enorme trascendencia político sociales, no exclusivos de la ciudad en la que se contextualiza.

De alguna forma puedo entender el revuelo que ha provocado el estreno de “Joker” en Estados Unidos, incluso los boicots, no es para menos, lo mismo sucedió hace casi 50 años cuando Kubrick estreno Naranja mecánica, habiendo incluso amenazas de muerte para el director, porque el retrato de la película está sumamente presente, prácticamente es una ventana a un mundo violento y deprimente, derivado de un sistema que va a la sociedad y de esta a personas particulares, una cadena que impacta irremediablemente, una crítica al sistema capitalista en todo su esplendor.

 

El resultado de “Joker” es miedo absoluto, provocación latente, escalofrío total como hace mucho no se veía en la gran pantalla. Warner ha saltado al vacío en la película mainstream más arriesgada y oscura que pueda recordar, consiente de su nivel de alcance ha creado un discurso sumamente poderoso, peligroso pero necesario proveniente del guion de Scott Silver, y lo hace sin concesiones, es directo, es duro, es frio, es oscuro y sobre todo real. Se traslada de la melancolía a la locura, de la tragedia a la comedia, del cine más personal (Arthur caminando por las calles de Gotham, bailando en los vagones) al desfase absoluto (todo un tercer acto bestial) mientras el festín visual y sonoro de Todd Phillips no da tregua en sus dos horas de metraje.

Joker” es también desde luego Joaquin Phoenix, un actor destinado a este personaje y viceversa, un actor que ha compuesto un performance fascinante, shakesperiano y perturbador, al alcance de prácticamente nadie, se trata de una de las mejores interpretaciones de la historia del cine, premios o no, lo que hace Phoenix está mucho más allá de un plástico.

Flamante ganadora del León de Oro en el Festival de Venecia, se ha hecho mucho énfasis en que se trata de la primera película dentro del género de “superhéroes” en conseguir un galardón de tal magnitud, lo cierto es que “Joker” dista mucho de considerarse un filme de este tipo, el personaje esta, la ciudad está, algunas referencias hacia el universo de Batman complementan la demanda de los fans, sin embargo por encima de todo esto se encuentra un poderoso thriller psicológico, maduro, violento, crítico y reflexivo, una obra magnética destinada convertirse en un filme de culto. Todo un triunfo.