Reseña de The Irishman de Martin Scorsese

 

Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter: @ayala1788

 

 

A pesar de que se ha desenvuelto con muy buen desempeño en otros géneros, lo cierto es que hablar de Martin Scorsese es hablar del cine de mafia, de las calles, de los gangsters, de violencia y de la expresión “fuck” en sus diversas facetas. Ante eso podemos afirmar que The Irishman es el compendio de todo aquello que ha hecho a su cine leyenda, la marca de la casa exprimida por 210 minutos, un filme que no renueva ni crea nuevos patrones (como si lo hizo Godfellas) pero que si termina por ser el testamento de una expresión cinematográfica clásica que ha dejado huella mientras se va dilatando a través de técnicas modernas (el uso del CGI para envejecer o rejuvenecer a sus protagonistas) para crear un resultado crepuscular, sincero y personal, ambicioso y humano.

La planeación de The Irishman comenzó desde el 2007 pero fue hasta que Netflix entro al ruedo cuando por fin se podía vislumbrar que llegaría el regreso de Scorsese a las calles gansteriles con la historia de Frank Sheeran, un asesino miembro de la mafia quien tuvo una relación cercana con el líder sindicalista Jimmy Hoffa. Así a través del guion preciso de Steven Zaillian; basado en el libro de Charles Brandt, se nos cuenta esta historia a través de varias décadas donde diferentes líneas temporales se contraen para crear una narrativa melancólica que hace recordar a Once upon a time in América Sergio Leone pero con el sello cinematográfico de Scorsese para ir presentando a sus personajes, desarrollarlos e ir contando pequeñas anécdotas de la mafia (dejando pequeños cameos sobre gangsters y  figuras de la vida real) y sobre todo como influyeron estas en temas sociales- políticos que definieron a la Norteamérica de los años 60s y principios de los 70s.

Es en el personaje de Frank Sheeran donde se concentra toda la perspectiva del universo gansteril mientras lo vemos añorar su pasado, ver cómo fue escalando posiciones dentro de las organizaciones criminales, como paso de ser un «pintor de casas» a un asesino a sangre fría, los contactos dentro de este mundo que llego a tener, haciendo énfasis en su relación con Jimmy Hoffa y el jefe de la mafia Russell Bufalino, pero sobre todo lo vemos sucumbir a nivel familiar haciendo que esta odisea llegue a un puerto más personal que casi nunca habíamos visto en el cine de Scorsese (quizá solo en Toro salvaje), retratado con tanta sinceridad, amargura y oscuridad, haciendo que todo el tramo final de The Irishman sea el más humano de la filmografía del italoamericano.

 

 

Y si Scorsese iba a regresar una vez más a las calles lo justo era hacerlo de la mano de sus dos actores fetiche, los inseparables intérpretes de gangsters Robert De Niro y Joe Pesci, el primero logrando sacar adelante el reto para un papel para el que nació, y el segundo en un performance mesurado, lleno de clase y sacando a la luz todo su talento. Se le extrañaba al señor Pesci, el mejor del elenco.

Por otro lado está Al Pacino quien nunca había trabajado bajo las ordenes de Scorsese y cuyo papel es el que más irregularidades presenta, principalmente por la tendencia del actor (como ya es muy común en el) en sobreactuar sin necesidad, queriéndose robar las miradas alzando la voz y moviendo todo su cuerpo, probablemente hubiera funcionado más en una película como The Wolf of Wall Street, pero en la mesura de The Irishman poca cabida tiene.

Técnicamente es un lujo, ya sea por la soberbia dirección de arte para ir recreando diferentes épocas, la siempre destacada fotografía de Rodrigo Prieto (quien acumula su tercer trabajo consecutivo bajo las órdenes de Scorsese), el maravilloso soundtrack, pero sobre todo el montaje de la señora Thelma Schoonmaker, la mejor socia que ha tenido el director y de donde se desprende gran parte de su sello, no es un montaje trepidante como el de The Wolf of Wall Street, es mucho más lúgubre pero igual de compacto para hacer compaginar imágenes, voz en off y música de forma magistral. El CGI funciona, a veces con mejores resultados que en otros, era necesario para los objetivos en los personajes de De Niro y Pesci, ya para Pacino se pudieron buscar otras opciones.

Scorsese presenta en The Irishman un filme sobre la mafia crepuscular, desoladora y reflexiva llena de lecturas sobre el pasado, las decisiones y el silencio. Hace ya unas décadas el señor Clint Eastwood cerro su paso con el western con Unforgiven, si hoy Scorsese decide no volver a pisar los terrenos de la mafia y cerrar esa puerta, lo habrá hecho por la puerta grande, como solo una leyenda del cine puede hacerlo, y Scorsese es una leyenda, y The Irishman una joya más a su legado.