Reseña de “Sidi” de Arturo Pérez-Reverte

 

Por Víctor Daniel López  < VDL >

Twitter @vicdanlop  

 

 

La leyenda de El Cid Campeador es una leyenda histórica. Un caballero castellano que logró la conquista de muchas de las tierras de la península ibérica del siglo XI. Todo un héroe nacional. Y es ahora que Pérez-Reverte decide escribir su propia versión sobre esa leyenda de la que ya mucho se ha hablado, pero da igual, siempre se encontrará una nueva forma de hacerlo. Para esta ocasión, el escritor español se vio inspirado en la versión de José Zorrilla, misma que lo acompañó desde una edad temprana, para décadas después poder trasladar a papel su obsesión por la historia de este gran hombre desterrado, líder de pocos hombres pero intrépidos para hacer frente a los más grandes y temibles ejércitos. Desde Vivar, recorriendo largas tierras españolas, enfrentando a los moros, otras uniéndose a ellos, y que para ello, habría de tener que entender sus costumbres, su religión, la cultura que precisamente era la que distanciaba España del mundo árabe. Un caballero medieval reconocido principalmente por haber logrado conquistar Valencia y por haberle brindado sus servicios al que fuera rey de la taifa de Zaragoza, Yúsuf al-Mutaman. Un hombre en pleno Siglo de las Cruzadas que habría de convertirse en una leyenda para la historia, comenzando una de las más asombrosas aventuras caballerescas, tan sólo junto a cuarenta también valerosos hombres.

En esta reciente obra, publicada por ALFAGUARA, vemos al mismo Cid valiente e inteligente, que no era aficionado a la lectura ni al arte, pero que sabía sobrevivir a las rémoras de la vida, la muerte paseándose entre los caminos de la guerra. Líder por excelencia, pues los hombres que lo acompañaban lo hacían por decisión y convicción, por ser causa de admiración y respeto, un caballero andante que sabía ganarse el corazón de su gente y de los otros. Honroso y leal a sus tropas, pero también odiado por sus adversarios, principalmente por aquel antiguo amigo suyo, Alfonso VI, responsable de su destierro por razones que aún no han quedado confirmadas del todo. Era amado por unos, pero era más odiado por otros; en su escudo se leía en latín “Oderint dum metuant” (que me odien, pero que me teman), cual Calígula de Roma. Así nos narra Pérez-Reverte la lucha interminable de aquellos días por recuperar lo perdido, una batalla de honor y conquista. Con su gente a todas partes no era uno, ni pocos, sino muchos en estrategia y astucia. Pasando lo peor, pero andando juntos, es que siempre se reducían las penas y los obstáculos, al compartirlas y dividirlos.

Olían a estiércol de caballo, a sudor, a humo de leña. Sabían cosas de la vida y de la muerte, del combate, de la supervivencia, que ellos mismos no eran capaces de explicar cómo alcanzaban a saberlas. Rudos en las formas, extraordinariamente completos en instintos e intuiciones, eran guerreros y nunca habían pretendido ser otra cosa.

Sidi es una novela en la cual Pérez-Reverte aclara que decidió no tomar partido por ninguna posición, sino lo contrario, combinar ambas versiones: la española y la musulmana. Y este fue el resultado. El mismo hombre con una perspectiva diferente, en la misma tierra problemática de la frontera del Duero (reinos cristianos al norte, reinos moros al sur, y en medio una franja que era tierra de nadie). Otro Sid más para la literatura, que no hará sino hacer todavía aún más enigmático el misterio de este personaje que ha pasado a la historia. Y es que una de las pocas cosas ciertas que sabemos de él es que era una leyenda con el título bien puesto desde la vida, es decir, sin esperar a que la muerte lo oficializara. Una leyenda que llegó hasta nosotros gracias al famosísimo cantar de gesta. Una leyenda en vida, Rodrigo Díaz de Vivar, un hombre que llegó lejos, y ahí se quedó por siempre.

 “Por lo común, las leyendas se construyen sobre hombres muertos. Pero tú eres una leyenda viva, Sidi Qambitur. Contigo vencería yo a los hombres, a los diablos y a los ángeles del cielo.” – Le dijo Al-Mutaman.