Reseña de la obra “¿Quién teme a Virginia Woolf?” en el Teatro El Milagro

 

Por Víctor Daniel López  < VDL >

Twitter @vicdanlop 

 

 

Who’s afraid of the big bad wolf? Who’s afraid of Virginia Woolf? Se canta, se baila y se juega, como una canción de niños, como los tres cerditos que se burlan y luego se esconden del lobo, su peor pesadilla. Who’s afraid of Virginia Woolf?, parodia de la canción que da título homónimo a la obra teatral escrita por Edward Albee y que, desde 1962, es una de las piezas fundamentales y más exquisitas del teatro contemporáneo, que aunque no cesa de repetirse e incluso hay una estupenda versión cinematográfica por Mike Nichols, tampoco deja de ser un éxito rotundo. ¿Quién teme a Virginia Woolf? ¿Quién teme a Virginia Woolf? Parece ser sólo una canción de niños por adultos que desean evadir la realidad, huir del pasado o la verdad que tanto les aterra. ¿Quién tema a Virginia Woolf? Para callar los silencios incómodos, cantarla para cambiar de tema, bailarla para desviar la atención, los temas a los que ni siquiera podemos acercarnos.

Al centro, un minibar con botellas, protagonista máximo de la puesta: el alcohol. El alcohol que no se termina durante una sola noche en la que George y Martha van llegando a casa después de una cena y esperan a sus invitados que recién conocieron en la cena del suegro de George, rector de la universidad y en donde da clases como profesor de historia, y es por eso que se ven obligados a relacionarse con el nuevo integrante de la facultad de Biología. El alcohol que inhibe, que despierta las emociones, que nos hace parecer ridículos, a veces volver a ser niños, que nos hace sacar las verdades más recónditas, y pelear, sentir deseo, atacar las ideas del otro, vomitar, y enfrentarnos a nuestros peores monstruos. Alrededor, todo un tiradero de la «pocilga» en donde viven Martha y George, y de la que tanto se queja ella aludiendo a aquella película “Beyond the forest en donde la actriz Bette Davis baja de las escaleras de su casa a recibir a su marido, y al voltear a ver con asco el lugar en donde viven, exclama la frase que le dio fama: What a dump!”. Tiradero de libros, sillas, la sala pequeña, muebles por doquier y botellas y copas de alcohol vacías y llenas.

Un desorden total como el desorden que es el matrimonio de los protagonistas que dan vida el talentosísimo Daniel Giménez Cacho y la espectacular Laura Almela. Desde el momento en que entran, sólo pleitos y se recriminan todo lo que hacen y han hecho con sus vidas, un odio brutal entre ambos que hace reír al espectador, pues está cargado deliciosamente de ironía y sarcasmo. Se odian, no se soportan, la mujer piensa que su esposo es un inútil buenoparanada, un conforme, un charco de agua que se ha estancado toda su vida. Su esposo dice de ella que le causa náuseas y repulsión, afirma que no puede odiarla más que todas las cosas odiadas en su mundo. El público ríe de ellos, no deja de hacerlo sin saber en un principio que así llegan a ser muchos de los matrimonios después de tantos años y tanta vida, más aún si algún secreto se esconde detrás, como en este caso, y que poco a poco nos van develando las pistas que nos conducen al gran dolor que vive dentro de ellos. ¿Quién teme a Virginia Woolf? ¿Quién teme a Virginia Woolf? Mejor no hablemos de eso. Llegan los invitados, el insoportable Nick y la bellísima Honey, protagonizados por Pedro de Tavira y Ana Clara Castañon, y entonces las horas de la madrugada transcurren entre la incomodidad, el alcohol que los embrutece a todos, la pasión, la desgracia, el terror. De las risas se pasa a la histeria, y de la histeria a las lágrimas. Nada es más triste que ver a dos parejas que apenas y se toleran, pero que también apenas y saben que no se aman, o lo saben pero no quieren verlo. Un juego de papeles y de intercambios, de ausencias y de presencias. Después de veinte años de matrimonio, Martha y George se conocen tanto que saben perfectamente dónde deben lanzar las peores ofensas para hacer doler más al otro, abrir las más profundas heridas, traer las sombras que los persigue a ambos. Por el contrario, Nick y Honey aparentan ser la pareja feliz y perfecta, pero conforme avanza la noche, los verdaderos intereses y problemas que han tenido van saliendo a relucir poco a poco. La noche, que nosotros la vamos viviendo en tiempo real, saca lo peor de todos, y de pronto las carcajadas que nos robaron en un momento se tornan en silencios espectrales ante las escenas macabras y alucinantes que sólo pueden lograrse a través del guion y de las palabras que, entre sus líneas, se lee, se escucha otra cosa que no la dicen, pero la expresan sin decir. Los enigmas que están ocultos en cada pelea y en cada ofensa, al reprimir las emociones verdaderas que los carcome dentro y que, para esconderlas, necesitan ser otro, necesitan atacar y depositar su odio y tristeza en otras cosas que no son la cosa.

La obra es una inevitable lucha entre la verdad y la mentira. ¿Quién gobierna a quién? ¿En qué deben y debemos creer? ¿Quién teme a Virginia Woolf? ¿Quién teme a Virginia Woolf? Solamente al final nos percataremos de que nadie tiene voz ya para cantar, y entonces seremos testigos de la más grande pena que ha vivido en George y Martha y que los ha hecho como son: miserables. Y es que además, dentro de su “amor” se odian tanto hasta el grado de casi matarse para sólo así sobrevivir al pasado.

Es una puesta excelente, una composición dramática lineal pero que va in crescendo y en la que se tiene que estar atento para leerse entre líneas, pues los secretos se ocultan entre los diálogos cotidianos y que parecieran normales, parecido al cuento “Colinas como elefantes blancos” de Hemingway. Los nombres en el reparto hacen que hable por sí sola la calidad actoral (actores mismos que se autodirigen). La iluminación está a cargo de Gabriel Pascal, la producción ejecutiva de Ramiro Galeana Mellín, y la traducción es la correspondiente a Víctor Weinstock. Recién esta semana de enero se estrenó y esperamos próximamente se abran más funciones en el teatro “El Milagro”. Who’s Afraid of Virginia Woolf? Who’s Afraid of Virginia Woolf? … Quizás todos… Quizá tú y yo y todos le tememos.