Nota invisible

 

Por Daniel Hernández García

 

 

Patty tenía la certidumbre de lo él iba a hacer, sin embargo, el saberlo no la preparo para lo que venía, miles de personas acuden cada año al Golden Gate para ser cobijadas por el mar al mismo tiempo en que se rompen sus huesos al contacto con el agua. A Carlos le bastaba con haber contado con Patty.

Era un mes melancólico, mañanas frías, días nublados. Días duros para un par de seres extraños, niños exploradores jugando a tener suerte en la gran ciudad, el dolor que experimentarían sería algo nuevo para ambos. Carlos inmerso en un sueño imposible y Patty realizando todo a su alcance para que ese mundo no se derrumbara, pero en algún momento el telón debe de caer.

Carlos había tomado una decisión, la voluntad se le había acabado, no le quedaba nada más que el remordimiento y la certidumbre de la bondad de Patty. Ya era suficiente, se cansó de ser partícipe de tal yugo. No pasaría un día más esperando a que Patty por fin se cansara de él y lo abandonara, ni tampoco quería seguir escuchando llorar a Patty desde lo profundo de su habitación. No es nada fácil estar roto cuando alguien te ama, siempre estarán las manos del ser amado tratando de juntar tus partes y eso te desmorona aún más, porque es difícil mantener la postura cuanto te derrumbas.

Cuando Patty cruzo la puerta sabía que algo más que su rutina estaba ocurriendo, por un momento el impulso de volver la invadió, pero lo silencio con un largo suspiro, la melancolía del día la abordo por completo y así como los días más felices también los días oscuros se recuerdan, las últimas palabras de Carlos fueron: “no me quedaba nada más que la certeza de tu bondad”.

Al cerrar la puerta Carlos tomo el abrecartas que sirvió para abrir los buenos deseos de sus amigos y lo utilizo para abrirse las venas. Cuando Patty regreso a casa Carlos ya había colgado la mirada en el techo y su sangre había encontrado la forma de llagar al suelo donde Patty se derrumbó para llorar sin saber realmente por qué.

No son las notas que dejamos, sino las últimas palabras las que quedan prendidas en la memoria de nuestros seres amados, son esas palabras las que utilizamos para despedirnos.