El triunfo de la egolatría

 

Por Erick Gálvez Ayala 

 

 

Los límites están impuestos por ti, ¿puedes esperar una respuesta de alguien a tu conveniencia?, ¿puedes ser tú mismo, a pesar de la alta competencia?, opinas que no. De cualquier manera el fin está escrito, serás un cuerpo atrapado en su ombligo, una esencia dispersa en el aire con tan solo el valor de sentirte admirado, no sabes por quién ni cómo; bueno, tal vez lo midas por un botón mal empleado, por un compromiso familiar o por una retribución hacia tus comentarios, lo único cierto es que la medida de las cosas ya no es tan exacta.

¿Podrías definir la realidad?, esa a la que antes valía la pena volver, esa que nos arrastra a la vez que nos enfada, la cual, hoy en día, es tan difícil  de encontrar. Un ejemplo de esa realidad alterna son tus imágenes: ya no existe aquella foto, tomada por alguien más, que te mostraba en un momento no tan oportuno, donde la sonrisa (si es que había) tenía naturalidad; ahora, tú mismo programas tus sentimientos, muestras aquellas cosas estrafalarias que quizás ni siquiera te gusten; tienes fotos en motocicleta, pero no tienes motocicleta; tienes una imagen haciendo yoga —piensas que es interesante mostrarte en lugares poco comunes—; no es relevante la verdad: opinas de todo, sabes  muy poco o  casi nada.

¿En verdad es relevante lo que te ocurre? Para cada individuo la vida está en su burbuja, se esfuma o se exprime con sus vivencias, una vida vacía solo está en ese tenor si quien la vive, la describe de ese modo; al resto de los cuerpos vivientes en el globo terráqueo no necesariamente les importa lo que vivas. El morbo mantiene tu vínculo de redes, la envidia, la competencia, el pertenecer a un segmento alabado, y «lo mejor» no sabemos quién lo decide, quizá el Yo dominante, quien escribe buscando ser reconocido, a pesar de que no lo mires, plantea historias de lo más chuscas o aberrantes para esperar respuesta. Si no la hay, no importa, él mismo se aplaude.

La vida se tiñe con colores dependiendo del estado de ánimo. Aunque el mundo gira, a nadie le importa dónde estés, con quién o cuándo lo hiciste, sin embargo, consideras que es así porque alguna de tus réplicas observó lo que con gusto compartiste. Ahora te preguntas, ¿qué es la ficción?, tal vez es tu expectativa de lo que sucede, quizás es parecida a lo que miras en todos lados, en pocas palabras: la realidad cada vez vive más dentro de la ficción, esa mirada ya no tiene nada de natural, ese «me gusta» no representa siempre un agrado auténtico.

Los momentos actuales producen un vacío, es por eso que solo importas tú desde hace tiempo, al menos no te sientes desanimado, al menos hay algo en la red capaz hacerte olvidar de lo real, de ese ser que te molesto tanto que creaste otro ser alterno idéntico, ese monstruo habitante de la sociedad, ese robot programado para ser un egoísta, un perdedor disfrazado de ganador.

“El miedo corrompe la inteligencia y es una de las causas de la egolatría» Jiddu Krishnamurti