A 80 años de Fantasía, la obra maestra de la animación

 

Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter: @ayala1788

 

 

Tras el estreno de Blancanieves y los 7 enanos en 1937 Walt Disney se confirmó no solo como uno de los hombres más poderosos de la industria sino uno de los más creativos e ingeniosos, pues el solo pensar que alguien pudiera hacer un largometraje de animación era en aquella época un sueño, más imposible era pensar que la gente iría a ver una producción usando esta técnica, pero Disney consiguió ambas, conquistando tanto a critica como público con Blancanieves, tenía terreno para hacer lo que él quisiera a partir de ese momento.

Y lo hizo, para 1940 The Walt Disney Company estrenaría dos nuevas películas donde llevaría a la animación a un nuevo nivel, la primera fue Pinocho y la segunda fue Fantasía, esta última siendo la oba más ambiciosa y experimental que jamás se haya atrevido Disney a crear, y lo hizo consciente del riesgo comercial que esta suponía, y lo fue, no solamente siendo un fracaso en taquilla sino un filme que dividió a la crítica.

Lo cierto es que a 80 años de su estreno Fantasía sigue siendo aún un producto singular dentro de la filmografía de la más poderosa productora de la industria. No solo rompió los patrones de lo establecido sino que llevo a la animación y al sonido hacia  nuevos límites que incluso el día de hoy siguen sorprendiendo al ser un filme tan vanguardista, rehuyendo de una trama central, eliminando los diálogos casi por completo (solo siendo utilizados en las introducciones que hace el director de orquesta Leopold Stokowski), quebrando una línea narrativa tradicional, no es de extrañar que los niños generalmente la odien, e incluso los adultos, pues Fantasía es más que una película marca Disney, es una ópera musical que golpea los sentidos a través de su imaginación, sonorización y torrente de metáforas.

 

 

Dividida en 7 actos, Fantasía inicia con Tocata y fuga en re menor de Bach que supone una perfecta obertura de lo que se viene a continuación, pues a través de colores y sonidos que se van conjugando de forma tan natural y orquestada, se vislumbra ya una obra audiovisual que buscara experimentar a través de las posibilidades que permite la animación en la cinematografía. La experimentación se sigue conservando cuando empiezan los primeros compases de El cascanueces de Tchaikovsky que acompaña lo que es una danza de las estaciones a través de hadas, flora y fauna que se sincronizan en una serie de movimientos milimétricos, bellos y poéticos que hacen de esto ya un brote de surrealismo el cual no hay que entenderlo, sino sentirlo y dejarse llevar.

Llega entonces El aprendiz de brujo, el cual es sin duda el episodio más reconocido de Fantasía, pero también es probablemente el momento cumbre del personaje animado más famoso de todos los tiempos (con perdón de Bugs Bunny), Mickey Mouse. También se trata de quizá el tramo más accesible para los más pequeños, pues aunque la ausencia de diálogo y las imágenes oníricas siguen siendo una constante, la aparición del ratón y tener la noción de una historia con más sentido (Mickey provocando estragos al intentar evocar magia) es un plus importante. La música de Paul Dukas funciona perfectamente para las imágenes influenciadas en el poema de Goethe y la comedia física a lo Buster Keaton es un aderezo especial que evoca todo lo grande que era Disney en aquella época.

La consagración de la primavera es mi acto favorito de Fantasía. La música de Stravinski acompaña lo que es el nacimiento de la vida en la Tierra, la época volcánica donde los primeros indicios de vida surgen en el fondo del océano y los primeros animales y plantas surgen hasta ir poco a poco evolucionando a lo que fueron los dinosaurios de la época prehistórica hasta que estos finalmente se extinguieron. Todo lo que es esta fatalmente contado en Dinosaurio (2000) de Disney, es magistral en La consagración de la primavera, no solo a nivel técnico sino en un sentido narrativo, elipsis ejecutadas tan prodigiosamente que no nos percatamos que lo que ha sucedido en millones de años nos lo han resumido en unos cuantos minutos, tan hermoso como trágico, como diría un conocido personaje, es solo la vida abriéndose camino y aquí esto funciona con un resultado abrumador.

 

Tras un pequeño intermedio donde podemos ver las vibraciones de una onda musical comienza la sinfonía no 6 de Beethoven para trasladarnos a la mitología griega llena de criaturas como los pegasos, unicornios, faunos, centauros, ángeles y con la aparición sorpresiva de Zeus, Dios de los Cielos. De nuevo, si algo no terminaba de cuajar en Hércules (1997) era precisamente el universo mitológico hasta cierto punto idealizado, aspecto que en este acto se tiene mejor diseñado, para muestra es precisamente la presencia de Zeus, no como un hombre, sino como un verdadero Dios omnipotente al que incluso se le teme.

El penúltimo acto de Fantasía es también el más infantil, pero igual conservando un grado surrealista importante, pues estamos hablando de un ballet que es protagonizado por hipopótamos usando tutus, una de las imágenes clave de la película pues muestra a final de cuentas uno de los objetivos de la animación que es convertir en realidad lo imposible, y si a eso agregamos la musicalización de Ponchielli para la ejecución de esta libre adaptación de la Danza de las horas el resultado es un disparate tan grande que es imposible no divertirse.

Si la Sinfonía Pastoral y Danza de las horas eran dos actos estimulantes aunque menos rompedores en su narrativa y nivel visual, esto se recupera en el episodio final que cierra Fantasía de forma magistral en una batalla entre la oscuridad y la luz, orquestado bajo dos piezas tan fantásticas como diferentes como son Una noche en el Monte Pelado de Músorgski y Ave María de Schubert, podemos observar las imágenes más devastadoras, oscuras y trágicas del filme cuando Chernabog hace acto de presencia, para finalmente dar paso a un momento de calma, de luz, mientras una procesión se va abriendo paso. Fantasía cierra así con uno de sus mejores episodios que contiene toda la esencia de la obra.

No deja de ser curioso que Fantasía este compuesta por varios capítulos que realmente fuera de su narrativa poco podrían convivir entre ellos, pues estamos hablando que en alguno se puede hacer referencia a hechos científicos como la evolución, pero igual otro tiene como contexto un mundo mitológico de una cultura específica pero también en el final nos encontramos en una clara alusión al bien contra el mal visto desde una perspectiva casi religiosa. La postura entonces de Fantasía no está del todo definida, o quizá sí, probablemente como su mismo nombre lo indica busca recrear las “fantasías” que existen dentro de nuestro mundo, sean reales y tangibles (las cuatro estaciones o la vida prehispánica) o creadas por el mismo hombre (la hechicería, la mitología, la religión), al final esta vida está llena de imágenes, sonidos, poemas, fantasías por donde se mire. Fantasía es todo esto y más.