Reseña de Saint Maud de Rose Glass

 

Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter: @ayala1788

 

 

Maud es una joven enfermera cristiana devotamente cristiana que trabaja cuidando a una bailarina jubilada enferma de cáncer. Bajo esta trama se centra la opera prima de Rose Glass, la cual desde mi punto de vista viene siendo el debut más satisfactorio de los últimos años y por consiguiente una de las obras mejor realizadas de la temporada cinematográfica.

Saint Maud es una joyita de terror psicológico con ecos bergmanianos que recuerdan sobre todo a Como en un espejo y El silencio, ambas integrantes de la bien llamada Trilogía de El silencio de Dios,  y es que es precisamente la devoción a un ser superior y la misma ausencia de una respuesta suya lo que va motivando las acciones de la protagonista mientras su mente se va adentrando a los horrores de un infierno onírico pero que puede sentirse perfectamente tangible dentro de un mundo real.

Rose Glass es toda una revelación. No solamente brilla en el guion gracias a sus ideas y metáforas que evocan creencias religiosas y la exposición de la soledad sino que además brilla tras la cámara en un trabajo de puesta en escena acojonante que te va sumergiendo a través de sus colores cálidos y sus espacios cerrados mientras que el uso de los silencios, sonidos y detalles complementan una atmosfera tan genuina como aterradora, deslumbrante y más sorprendente aun sabiendo que viene de una debutante de apenas 31 años pero que deja rastros de verdadera madurez cinematográfica.

Toda la película deja una latente sensación de asfixia mental, pero es en su acto final donde el terror más puro sale a la luz con algunas de las imágenes más potentes del género en años reciente, no solo por su impacto sino por un sentido igual simbólico y artístico.

Saint Maud encuentra en Morfydd Clark una aliada ideal, una actriz que recuerda muy particularmente a la Sissy Spacek de Carrie, sobre todo por esa mirada que es capaz de pasar de la inocencia al miedo absoluto con suma facilidad. Por su parte Jennifer Ehle es una secundaria de auténtico lujo.

En una carrera hacia el Oscar donde la presencia de mujeres directoras ha sido una constante, resulta increíble que la opera prima de Rose Glass apenas y haya tenido menciones (fue la más nominada de los British Independent Film Awards y después poco más), motivo quizá de su género cinematográfico, que no promueve el feminismo, o que no es discursiva en temas sociales, lo cierto es que Saint Maud merece una reivindicación total como una de las grandes películas de la temporada y debería poner a su directora como una de las jóvenes promesas más interesantes de la industria, ya que seguramente nos regalara muchas satisfacciones en un futuro cercano.