A 78 años del nacimiento del Paricutín

 

Por Carla de Pedro

 

 

El 20 de febrero de 1943, nació en Michoacán uno de los volcanes más jóvenes del mundo: el Paricutín.

Mi abuelo, cuya familia materna era de Michoacán, suele contar que cuando era niño visitaron la zona para ver el nacimiento del Paricutín y que pudieron observar un delgado río de lava que se deslizaba lentamente, en el cual su abuela encendió su cigarrillo. Supongo que la lava no corría desaforada como en las películas, al menos no donde mi abuelo estaba.

Ese recuerdo de mi abuelo siempre me ha impactado y es por eso que la historia del Paricutín me ha impresionado desde niña. En aquél entonces tenía una enciclopedia Vox en la que, por medio de varias láminas transparentes que se sobreponían unas sobre las otras, podía ver el proceso de crecimiento del volcán y cómo fue enterrando el pueblo de San Juan Parangaricutiro.

La historia dice así: una tarde cualquiera, Dionisio Pulido, campesino purépecha, se encontraba trabajando la tierra cuando sintió un leve temblor y escuchó un fuerte estruendo que lo hizo mirar el horizonte y entonces pudo observar estremecido largas lenguas de fuego y humaredas, por lo que corrió atemorizado a avisar al pueblo.

El nacimiento del volcán se consideró un hecho de gran importancia para la geología, pues es el único volcán nacido en ambiente continental y que se pudo observar desde su nacimiento, hasta su extinción, a lo largo de 9 años, algo que nunca antes se había hecho.

Además es el único volcán que cuenta con acta de nacimiento, realizada por las autoridades municipales del Ayuntamiento de Parangaricutiro y en el que constan los hechos relatados por Dionisio Pulido.

No obstante su importancia histórica y geológica, para la población afectada, este hecho fue considerado una maldición, pues aunque no se perdieron vidas humanas, dos pueblos quedaron sepultados y las familias debieron emigrar, dejando atrás sus propiedades, su ganado, su identidad, sus tradiciones y su vida entera. Hoy en día, sólo se puede observar una parte de la iglesia del pueblo de San Juan Parangaricutiro.