«Un bostezo universal” A propósito de la pandemia.

 

Por Erick Gálvez Ayala 

Twitter: @Alcaceltser

 

 

Cerraron los ojos, en filas desorientadas se pusieron uno tras otro, oían algunos comentarios a lo lejos, pero un altavoz tomaba el control. Solamente había que guardarse en las cuevas de su propiedad, esperar era el mensaje más reproducido en aquel lugar. En sus jaulas sufrían una desesperanza, el villano era inexacto, tenía una cara de animal, pero flotaba en el aire, podía ser algo real o tal vez una falacia, poco tiempo para investigar todos mejor a su caja. Tuvieron que apelar a esas nuevas enseñanzas, las de sobrevivir por medio de las aplicaciones digitales, compartir felicidad o tristeza, recobrar conversaciones pendientes estancadas anteriormente por falta de tiempo, buscar en el interior que bastantes odian, se hicieron añicos, aunque no lo reconocieron.

Al principio simulaban un agradable juego, pertenecían a una generación única, esclavizada hasta cierto punto, adiestrada en otro nivel, manipulada por un sector de la población monárquica, pero ellos estaban ante un arrebato global, nadie estaba fuera del globo. “Seremos recordados por sobrevivir esta tragedia” decían,  quizás no presentían el plan de acabar con algunos, preferentemente los que menos dejan,  nadie estaría descartado para eliminar, esperaban menos de lo que fue, pero fue más de lo era, o mejor dicho, de lo que es.

Poco a poco, el humo se vio más claro, la furia no tenía limites dentro de las fronteras, el encierro causo muchas penas, cayeron los más incrédulos en el esquema, no siempre vale la pena correr un riesgo sin saber la consecuencia, mejor ser del mismo bando, tal vez todos tienen razón y si no es así, están protegidos por el control. El terreno se hizo espeso, las lágrimas perdieron el valor que pensaban, subsistir era un privilegio desfavorecido porque no existía la certeza de mejora, alejarnos de la comunión, preservar la especie, era el objetivo a toda costa.

El tiempo no paraba, los gritos subterráneos eran palabras necias que dejaban sordo, ahora el plan era proteger a los acaudalados, los siervos pueden cambiar de aires, a ellos les hace bien, lo preocupante es como regresar a esas ganancias anteriores, donde escondemos los trueques que fallaron, el huracán esta por arrasar con todo, incluyan la vergüenza, la unión, agreguen la pobreza y olviden la razón.

Pensando en el final, se hicieron planes para regresar a cazar, objetivos había que recuperar, recuerdos había que atrapar. La presión rompió la olla, los presentes buscaron respirar, salir, huir, viajar, gritar, volar, alejarse de esa comedia. No era que las cosas perdieran peso, es que la costumbre llega pronto, la necesidad de mirar algo más que el interior suele pesar a todos. Había que levantar la cara y continuar, refugiarse si, pero no amedrentarse, nunca bajar la guardia porque el enemigo sigue aquí, se ira cuando nos obsequien la pócima bendita.

Han pasado algunos cientos de días (parecen miles), aún existe la resaca de haber vivido un sueño compartido, una pesadilla monumental. Ellos ya no son capaces de pensar, se rigen por instinto social, lo que uno piensa al otro le debe de llegar. Y ahora esperan despertar con una herida sanada, con el fuego apagado tras la barda, tal vez esta nueva vida ya no se deba llamar así, tal vez el miedo a morir es tan infinito como existir.