LA HERENCIA PARTIDISTA

 

Por Gabriela de la Mora

 

 

Heredamos la tendencia ideológica, así como heredamos la religión, el idioma y los valores.

– Hijo, ¿por quién votarías si hoy hubiera elecciones?

– No sé, no sé nada de ningún partido.

– Bueno, pero entonces, ¿cómo decidirías por quién votar?

– Mmm… supongo que por quien ustedes (sus papás) voten.

 

El otro día escuché esta conversación y me llamó la atención, por lo que investigué un poco más y descubrí lo que era de esperarse: los chavos que empiezan a cumplir 18 años y pueden votar, en realidad no son aptos para hacerlo ya que no tienen ni idea de quiénes son los candidatos, sus ideales y mucho menos sus propuestas; no saben cuáles son los puestos a ocupar o qué implicaciones tiene que voten en alguna dirección, ni siquiera el porqué o para qué van a votar.

En muchas o en la mayoría de las familias mexicanas, la ideología política se transmite como si fuera una religión, por dogma de fe, sin cuestionar sus fundamentos. En el hogar rara vez se habla de política y, si se hace, siempre es para criticar la actuación de algún político, la mayoría de las veces sin siquiera entender el contexto del hecho del que se trate, sino simplemente porque no es por quien se votó. Es aún menos común escuchar acerca de los aciertos (quisiera pensar que siempre los hay en cualquier gobierno) sino que solo se hereda el partido y este se defiende a capa y espada, sin importar la actuación de quienes lo conforman.

Por otro lado, creo que si bien es cierto que se forja una tendencia partidista según el círculo social en el que el destino te marcó nacer y por lo que ves y oyes dentro del seno familiar, la realidad es que en este aspecto podríamos romper con esta religión partidista y apostar a que los jóvenes pueden decidir mejor y de forma más consciente siempre y cuando tengan a la mano las herramientas para hacerlo.

Considero que las herramientas que permiten comprender más la situación política del país: análisis, críticas, comentarios, etc. están siempre al acceso del círculo de los intelectuales, periodistas, politólogos, militantes, etc., quienes de todas maneras ya conocen esta información, pero ésta se queda ahí y no llega a manos de los jóvenes porque los informantes, por decirles de alguna manera, no se acercan a este nicho (de oportunidad para los partidos), no intentan hablar en su idioma, nisiquiera utilizan las plataformas en los que este segmento de la sociedad se encuentra y por lo tanto, cuando llega el momento de decidir, los jóvenes simplemente se limitan a replicar lo que sus antecesores indican.

Es por todo esto que en este artículo no solo trato de decir lo que pienso, situándome dentro del círculo de los pensadores, sino que mi propuesta es que las personas son propietarias de estas herramientas y tienen la información, el conocimiento y las propuestas (políticos, periodistas, militantes de partidos, candidatos, analistas políticos, politólogos, etc.) que deberían; sí, hay que analizar, comentar, criticar, aplaudir como lo han venido haciendo en radio, prensa o televisión, pero también hay que abrirse a nuevas plataformas, ideas y estructuras modernas para entregarle así la información a este nicho que las necesita.

Debería pensarse en instruir a las nuevas generaciones en el idioma y los términos que ellos comprenden, es decir, con información breve, concisa, dinámica y en las plataformas y/o espacios a los que ellos tienen acceso, como son tiktok, Instagram y YouTube, o incluso deberían implementar una clase de política en el bachillerato, de forma que ellos puedan entender la importancia determinante, por ejemplo, de la próxima elección, de la pulverización de los votos, que sepan de las estrategias manipuladoras de los partidos políticos con sus candidatos de la farándula, etc. No culpo a los partidos por recurrir a estas estrategias, algo tienen que hacer para ganar precisamente estos votos de manera fácil en una sociedad poco interesada y, mucho menos, informada.

Quizá lo más beneficioso para México sea incrementar la participación y la educación de los grupos de jóvenes que tarde o temprano marcarán el rumbo de nuestro país involucrándolos activamente de manera voluntaria, brindándoles la información que requieren para una toma de decisiones bien fundamentada y documentada.

La grandeza de un país se determina por su educación y no estamos educando a nuestros jóvenes en un tema tan importante como lo es entender y participar en lo que respecta a su administración política.

Soy una idealista que ama a México y cree fervientemente en que todos los mexicanos lo hacemos y quizá esta opinión no se quede más que en eso, una opinión de una financiera microempresaria, mamá de tres hijos, que en realidad sabe poco, o más bien nada de política, pero que considera que cada uno podemos poner un granito de arena y esta opinión, o más bien sugerencia, es el mío.