Reseña de Luca de Enrico Casarosa

 

Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter: @ayala1788

 

 

La vigésima cuarta película de estudios Pixar viene siendo la opera prima de Enrico Casarosa, animador italiano pero también director de La Luna, uno de los mejores cortometrajes de la compañía donde el originario de Génova ya mostraba su dominio por contar historias sencillas, con un niño como protagonista y pequeños destellos de fantasía. En Luca están todos estos elementos pero no con la misma riqueza.

El origen de su director hace que en Luca la ambientación de un pequeño pueblo italiano ubicado en la Riviera se sienta sumamente real, llamativa y bastante cercana, llena de pequeños detalles que fortalecen el diseño de producción que hacen que uno de verdad se sienta caminando y explorando por las calles rústicas de Portorosso.

Su trama; que realza los valores de la amistad y la aceptación, tiene un desarrollo bastante tierno, divertido y entusiasta, gracias sobre todo al trio protagonista que enriquecen varias secuencias visualmente muy atractivas, algo en lo que el estudio no falla nunca. Pero así como se ve Luca con gozo, sin ningún problema rápidamente se pierde en el recuerdo, culpa un poco de su misma sencillez pero también de la falta de chispazos de genialidad tan característicos de Pixar, la creatividad de conceptos y creación de un universo más amplio brillan por su ausencia, poca ambición existe no solo en su guion (cierta pereza para construir un arco narrativo más potente) sino en su misma puesta en escena, e incluso los personajes secundarios son bastante anecdóticos, pero sobre todos es necesario mencionar al villano, con toda seguridad el peor antagonista de todo Pixar.

Luca no es para nada una mala película (está llena de homenajes cinéfilos y por ahí existe un trasfondo bastante interesante) pero si se encuentra dentro de lo menos ambicioso y más olvidable que haya hecho Pixar sobre todo en sus filmes originales, más en la liga de Onward y muy lejos de las memorables Inside out, Coco o Soul.