Una lectura de El vampiro de la colonia Roma de Luis Zapata

 

Por Carla de Pedro

 

 

Dicen que cuando El vampiro de la colonia Roma  fue publicado a finales de la década de los 70, causó conmoción en la sociedad mexicana. No solo daba voz a un homosexual prostituto, sino que develaba una parte de la vida de la ciudad que la gente de una sociedad reprimida no quería ver, en la que políticos y demás personajes “respetables”, salían de sus casas a buscar el talón,

El libro de hecho fue prohibido en algunas librerías, uno de estos sitios fue en Sanborns, lugar icónico de la novela cuyos baños son escenarios de ligue del protagonista.

No obstante, fueron dichos  juicios morales de algunos sectores de la sociedad, los que convirtieron al libro en un tabú que todos querían leer.

A decir verdad, la temática no es el único mérito del libro, pues El vampiro de la colonia Roma indaga en la personalidad de un individuo de forma compleja, mostrándonos a una persona real y completa, incluso, pese a su profesión, más allá de su sexualidad.

La experimentación formal del libro, nos permite creer de verdad que estamos escuchando una entrevista, donde la ausencia de puntuación nos lleva por el camino de una cinta, con sus silencios, con el habla cotidiana de Adonis García, envolviéndonos en su historia: la de un niño sin madre, la de un sueño interrumpido de volver a la España de su padre, la del funeral de su padre, la de sus medios hermanos, la de su madrina, la de su hermano, la de la soledad de las calles, la de sus amantes duraderos o instantáneos, la de la depresión, la de los juicios de la sociedad, la de las drogas, la de la prostitución como el único camino, pero también como un camino que él elige y  del que gusta porque le da los medios para seguir viviendo.

Una de las partes del libro que más llamó mi atención fue cuando Adonis busca en las pastillas psiquiátricas la solución a su desesperación. Primero conoce a un médico que lo apoya, pero luego se topa con una serie de individuos incapaces de comprenderlo, que lo menosprecian, lo juzgan e incluso lo humillan. Él, en su afán de salir de su dolor, sigue sus órdenes al pie de la letra, se corta el cabello, se arregla como uno de esos psiquiatras le indica, condicionándolo para atenderlo, como si su forma de arreglarse lo hiciera indigno de su atención; aun así, dicho médico sigue menospreciando a Adonis, a quien le dedica 10 minutos, mientras dedica a los demás pacientes media hora. Cabe recordar que fue hasta 1990 que la homosexualidad dejó de ser considerada una enfermedad para la OMS.

Adonis es homosexual, prostituto, pobre y drogadicto y por eso es visto como la calaña más baja de la sociedad, una sociedad que lo juzga y lo determina como a un ser extraño que todos ven en secreto, pero al que nadie quiere ver. El vampiro de la colonia Roma rompe con estos estereotipos y nos muestra a este individuo en toda su profundidad, en su dolor y en su alegría, en su cinismo y en su ternura, en la continua fiesta y en la soledad.