Reseña de la ópera “Fire shut up in my bones” de Terence Blanchard

 

Por Víctor Daniel López  < VDL >

Twitter @vicdanlop

 

 

I will not make mention of Him, nor speak any more in His name. But His word was in mine heart as a burning fire shut up in my bones; and I was weary with forbearing, and I could not hold back.Jeremiah 20:9

 

Hay cosas que no se pueden decir. Con las que cargamos toda una vida. Nos persiguen, siguen sonando las palabras en eco del pasado y nos atormentan, hasta hacernos sentir de pronto un fuego intenso metido en nuestros huesos, impulsándonos a actuar con determinación: tal vez tomar venganza, enfrentar al pasado; tomar el arma y dirigirnos hacia aquel instante específico que nos partió, convirtiéndonos en otro ser ajeno al que debimos de ser, perdiendo el rumbo y todo cuando se puede hallar en el paso.

La reciente ópera estrenada por primera vez en el MET de Nueva York, “Fire shut up in my bones”, habla de esto. Esa furia que ha ido creciendo durante toda una vida hasta que al fin quiere salir, pues Charles, el protagonista, no puede continuar más sin recordar aquella triste infancia y el trágico suceso que habría de cambiarlo para siempre.

El talentoso jazzista Terence Blachard fue el compositor que le dio música al texto autobiográfico del famoso columnista del New York Times, Charles Blow. Un libro en donde narra la propia infancia repleta de una lucha racional, violenta y de abuso sexual, que sufrió Charles cuando era niño. Blachard, quien antes había compuesto una única ópera, “Champion” (sobre la vida del boxeador Emile Griffith), es ahora quien tiene la encomienda de ponerle música a esta historia que puede resultar de las más profundas y duras en la ópera contemporánea. Y lo hizo simplemente brillante. Con influencia del jazz, evidentemente, pero también con ligeros toques de góspel y blues, la ópera homónima ha resultado todo un éxito desde su estreno en el teatro de ópera de Saint Louis en 2019. Ahora se ha decido reestrenarla, con una producción aún más grande, así como con algunos cambios orquestales y escénicos, en el Metropolitan de Nueva York, siendo así la primera obra de un músico negro en presentarse en esta casa de ópera reconocida mundialmente.

Y volvió a ser todo un éxito, con un elenco sensacional conformado por el barítono Will Liverman, la soprano Angel Blue, Latonia Moore y el carismático niño Walter Rusell III. Con una producción inmensa y a cargo la dirección escénica de Allen Moyer, “Fire shut up in my bones” ha logrado cautivar al público, colocándose dentro de las preferidas de muchos. No sólo por ser una historia que no se había contado de esa forma antes, sino por el valor dramático y musical que posee. El talento y la pasión experimental del jazzista se ve plasmada también en esta ópera, pues a pesar de ser un género del que no es experto, ha logrado crear una verdadera obra maestra. La casi improvisación del jazz, las voces asociadas a una tierra y a una comunidad, la música, a veces con esa lírica pucciniana como en la aria “I was once a boy of peculiar grace” que nos hace llorar, nos hace volver, avanzar, retroceder. La luz tenue, melancólica, que cambia conforme cambian los sentimientos de aquel que sufre por el pasado y un secreto que nos será revelado para la mitad de la ópera. Un juego de diferentes estilos que logran ser armoniosos y no perder en ningún momento el hilo conductor musical. Excepcionales números de baile, coreografías que sintonizan con los pensamientos y las emociones de los personajes, lo que sucede allí y lo que ha sucedido antes. El amor descomunal de una madre. Un Charles grande que busca reconciliarse con su Charles niño, aquel indefenso y frágil que tanto ha sufrido debido a la pobreza, a la falta de oportunidades, su madre que se desvive por darle de comer y en un lugar rural de Luisiana en donde sólo habita una pequeña comunidad de color. El regreso al pasado, el avance del tiempo. Y un personaje que, a veces representa al Destino, otras a la Soledad. La composición narrativa es totalmente teatral, los personajes bien estructuradas y las emociones llevadas al límite máximo.

Sin duda Fire empezará a posicionarse como una de las óperas favoritas del público. Varias casas querrán representarla. Es ya todo un éxito que acaba de nacer. Y no lo es por nada, pues la discriminación, como la pobreza y el hambre, así como el abuso sexual, son temas que desgraciadamente siguen dando de qué hablar y escribir y componer. Esto es tan sólo un grito. Logra conmover para cambiar el mundo. También una obra para reconciliarnos con nosotros mismos, aquel niño que fuimos. Perdonar, y más que a los otros, a nosotros mismos. Soltar el pasado, dejarlo ir. Y es que… sometimes you gotta just leave it on the road”.