Reseña de Everything Everywhere All at Once de los Daniels

 

Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter: @ayala1788

 

 

Con la  inclusión de los multiversos a la saga de Marvel Comic Universe, este concepto ha empezado a adquirir una fama importante dentro de la audiencia global, sumada a lo popular que se hizo también gracias a la serie de Rick y Morty. Hasta cierto punto novedoso, la capacidad de este elemento han hecho que los grandes estudios (Warner ya en la mira) empiecen a explorar las posibilidades nostálgicas que este ofrece, sin embargo Dan Kwan y Daniel Scheinert (directores de la singular Swiss Army Man) han mirado hacia otro lado y han utilizado el multiverso para explorar la narrativa cinematográfica hacia nuevos límites.

Everything Everywhere All at Once es un festival de imaginación que mezcla el juego de roles y los multiversos para crear una historia electrizante llena de acción y comedia desmedida que no da respiro alguno en sus más de dos horas de duración. Los Daniels crean algunas de las secuencias e imágenes más poderosas e inventivas de los últimos años que rompen en más de una ocasión el marcador de calidad y despiporre. Y cuando uno piensa que el argumento ya no da para más, la narrativa se quiebra para surcar nuevas posibilidades de modo que todo el tiempo el filme se está reinventando y multiplicando niveles de narración que hace de esto toda una experiencia multicapa que es además cinematográficamente grandiosa, con una realización musculosa, una banda sonora fascinante y un montaje absolutamente demencial que le da sentido a todo este festín.

Pero en medio de toda esta orgia audiovisual y narrativa se encuentra además uno de los más hermosos relatos sobre la familia que haya tenido el placer de presenciar en los últimos años. El viaje desmedido de adrenalina y cachondez da un giro de templanza y humanidad para enviar un mensaje tan universal del que es imposible no conmoverse en sus momentos más íntimos mientras nos perdemos en este éxodo cósmico así como en las diversas miradas de Michelle Yeoh.

Estamos en presencia de uno de los filmes más rompedores, atrevidos y fascinantes del cine moderno, toda una orgia de emociones que no da tregua alguna y que pone a los Daniels como dos genios extraviados en nuestro universo audiovisual, del que esperemos ahora se apoderen de con su irreverencia y talento.