Por: Daniel Hernández García.

A 20 años de su muerte recordamos a Charles Bukowski como un hombre duro, que nos trasladaba de una cama a otra en sus cuentos y nos hablaba con pasión en sus poemas. Un hombre al que todo le llego muy tarde, el amor, la fama pero la libertad fue algo con que nació y jamás la dejo. Muy probablemente muchos lo recuerden como un borracho, como un hombre que era capaz de llevar a su cama a infinidades de mujeres, o un héroe de la civilización norteamericana. Haciendo pequeñas “notas del diario de un hombre viejo” para un periódico de los Angeles donde comenzaría a darse a conocer como escritor, pero esto no era suficiente para dejar su trabajo en el servicio postal. El trabajaba y escribía en las noches hasta altas horas de la madrugada hasta 1969 que el editor de Black Sparrow Press prometiera pagarle cien dólares al mes con tal de que escribiera para el. Dejo su trabajo en el servicio portal enviando una carta a su jefe explicando lo siguiente: “tengo dos opciones, permanecer en la oficina de correos y volverme loco….. o quedarme fuera y jugar a ser escritor y morirme de hambre. He decidido morirme de hambre” en ese entonces nuestro buen Hank tenia 49 años, en poco tiempo sacaría su primer novela El cartero.

Y comenzaría a darle forma al “Realismo sucio” que golpeaba a la realidad con un gancho al hígado provocando y transmitiendo la agonía de una civilización que alimentaba a la locura, amante de las tardes en el hipódromo y el alcohol nos contagia con mucho de sus personajes a dejarlo todo y dejar que la suerte sea la que prevea. No hace falta ser joven para ser libre, ni tampoco no tener trabajo esa ida la recalca en el cuento de “un mal viaje” que se encuentra en el libro la maquina de follar. La libertad de Charles Bukowski es lo que debemos rescatar de su vida y obra. Todos sus personajes de cierta forma estaban jodidos pero eran libres. ¿Cómo podemos darle un buen tributo a Charles Bukowki? Comenzando por ser libres de verdad y no tenerle miedo al hambre.

“Me da igual lo que hagan conmigo cuando muera; pueden quemarme, pueden hacerme rebanadas, pueden dar mis pelotas a la ciencia, no me importa”

Charles Bukowki.