NO ENCUENTRAN, BUSCAN

 

Por Carla de Pedro

 

“Crear no es imaginación,

es  correr el gran riesgo de acceder a la realidad”

Clarice Lispector

 

 

El poeta, dice María Zambrano, entrevé algo en la niebla y a esto que entrevé es fiel hasta la muerte. Escribir es seguir fantasmas, sombras que se vislumbran entre la niebla.

Durante la vida cotidiana ignoramos las sombras, fingimos que no existen, que no pasan, que no están atadas a las suelas de nuestros zapatos, que no duelen. Escribir es no poder ignorar más. Es buscar sentido, buscar el porqué de las acciones humanas, de nuestras propias acciones.

Es intentar tender un puente y que alguien lo cruce; es anhelar la comunicación, querer salir del túnel en el que estamos metidos.

Escribir no es un don, es un deseo que arde en las entrañas, uno no lo elige, como no elige enamorarse, llorar, reírse o vomitar.

Escribir es no conformarse con la realidad impuesta; es pedirle más al mundo, como don Quijote; buscar una nueva razón para seguir viviendo; intentar alcanzar la cima de la montaña para caer, cual Sísifo: aceptar la finitud y buscar el infinito.

Escribir también es disfrutar, revivir, saborear los sabores ínfimos de lo insignificante, revalorar lo grandioso de lo mínimo, desenmascarar lo risible de lo sublimado.

Es reinventar en busca de otra cosa, en busca de la vida misma mientras se va viviendo en borrador absurdo, en busca de que nuestra existencia signifique, en busca de testigos-cómplices, de palabras-caminos.

Es ser un héroe auténtico en un mundo degradado; es seguir intentando nadar los ríos, no ignorar que seguimos sin nadarlos, no fingir que no nos interesa nadarlos.

Escribir es buscar la completud y descubrir, a cada paso, la fragmentación.