Por: Daniel Hernández García.

Tus gruesos labios son la almohada
donde he de descansar mis penas,
acurrucarme sobre tu pecho
y dejar de sentir soledad.

Soy naufrago entre extraños
y solo en ti me reconozco,
aunque no hay nada que reconocer.

Danzas en el tórax
unificando Pangea,
escenificas ojos galácticos,
explosiones prendidas en el espacio.

Aprieta el torniquete
y no me dejes ir,
deja que me escurra en tu interior,
y hací descansar en paz..

Aunque somos dos cuerpos
en reposo que al final
se han de separar.