Por: Daniel Hernández García.

Pasamos noches enteras en desvelo, fumando, bebiendo e imaginando el futuro. El futuro que ahora es el presente y nada se parece a lo que imaginamos. Bajo los efectos de la resaca, viene a mi mente la claridad del asunto, estoy rodeado de botellas vacías y un viciado espacio por el humo de los cigarros, que por horas nos han consumido, el reflujo me hace reconsiderar el seguir bebiendo. He caminado en círculos sin poder llegar al centro donde se enrolla la serpiente que hace girar al mundo.
¿Nos deslizaremos montados en la serpiente algún día? O ¿Avanzamos montados en ella esperando la sacudida?
Desde la ventana del departamento de mi amigo, veo como avanza la ciudad sobre la gran avenida, observo desde lo alto a las personas que pasan frente a nosotros caminado y trato de saber lo que piensan y si se dan cuenta que cruzan su historia con varias a la vez y ahora son parte de miles de historias en la vida de desconocidos. Somos una hebra en la madeja del universo.
Hay transexuales en la esquina del departamento que desde muy temprano salen a formar parte de su propia desesperación, dando placer desesperado durante el tiempo que dura la transacción. Lo observo y escucho todo con melancolía porque sigo siendo un desconocido entre miles de desconocidos e historias guardadas; somos parte de la historia de todos.
Es por esa misma razón que esta historia también es sobre ti. Talvez te encuentras en la derrota del travestí que renta su cuerpo o en el paso con desgana del padre de familia que va por leche a la tienda o en la mirada furiosa del conductor tratando de rebasar a los demás autos para poder llegar primero a donde sea que se dirija o en la niña que desde la escotilla del metro miro por un instante la ventana en donde estoy parado atravesando mi mirada o talvez desde la otra punta del mundo estas viendo y observando lo mismo que yo. Y si es talvez esto ya lo escribiste antes de que yo pronunciara la primer palabra.
Al final del camino todos nos conectamos.