Por: Erick Galvez Ayala

«Nunca te olvidare, estarás en mi memoria toda la vida, seras mi motivación para alcanzar lo que me proponga, te estaré agradecido por siempre», palabras mas o palabras menos, las personas repetimos esto cuando uno de nuestras personas cercanas perece. Inevitablemente les recordamos por todo lo que aporto para que nosotros seamos del modo actual, les agradecemos eternamente por habernos regalado algo de su experiencia, algo de su valor, algo de su cosmovisión, algo. No siempre valoramos su presencia en este mundo materialista, muchas veces nos arrepentimos de lo que no pudimos hacer con ellos en vida, eso no ocurre porque seamos personas insensibles, tampoco porque no valoremos lo que nos rodea, mas bien nuestra visión mal enfocada de que las cosas duran para siempre nos hace olvidar que los momentos de compartir, esos de una risa, un llanto, una platica, una sensación son irrepetibles, lo que no hiciste hoy con esa persona, no podrás hacerlo mañana.

Volviendo a nuestro comienzo, ¿que tanto les recordamos a esos que ya no están?, ¿es suficiente con nombraros en alguna ocasión y sonreír?, ¿puede olvidarse alguien con el que vivimos tantas cosas? , ¿Cuantos recuerdos son suficientes para que nunca se vayan esas personas? Nunca responderemos de forma certera todas estas preguntas, pero podemos hacer lo posible por valorar todo lo aprendido porque siempre (en la medida de lo posible) estén en nuestras mente, porque la vida siga a pesar de que no estén con nosotros, que los recuerdos estén presente, que las palabras no pierdan su tinta, que los tengamos en nuestros corazones.

Como decía aquella canción «Dicen que la distancia es el olvido»,  tengamos cercanos a todos los que nos importan,  no les apartemos porque ellos quieren estar en los momentos buenos y malos. Hagamos que ellos sean nuestros recordados y no como muchas veces pasa, los olvidados que alguna vez existieron pero que nos dejaron.

«No se puede vivir del recuerdo ni vivir sin recordar»