Por Laura Vega

 

Somos un país consumista, vivimos con el asombro desde hace muchos años por las cosas que nos traen para vendernos como maravillas, las cosas aparentemente han cambiado, y si efectivamente, ahora ya no son espejos, ahora son celulares, autos, ropa, e incluso comida, todo eso como necesidades innecesarias, no se desde dónde o cuando surgió la falsa idea de que vestir o comportarse de determinada forma hace más o menos a alguien.

¿Quién invento la moda, de donde salieron los estereotipos?, es algo desesperante ir por las calles y mirar a gente tan falta de identidad, creyendo en su interior que son diferentes pero sin embargo son iguales a los que caminan a su lado, ¿desde cuando caminar con un perro de raza “fina” te hace mejor que los demás?, si los pobres animales van ahorcándose con la soga y no gozan de libertad, causa risa como la gente que va por las calles queriendo ser admirado por pasearse sin detenerse siquiera a limpiar las heces de los animales, y más que mostrar su alto estatus, demuestran su falta de educación.

Hay cosas que pueden considerarse como lujos quizá por los costos excesivos, por los procesos de fabricación, etc., pero eso no te hace único, esa marca está en todo el mundo y no estas usando nada especial, porque al final muchos lo usan, por lo tanto no eres original, quizá para ser realmente autentico ¿tendría que diseñar mi propio atuendo? No necesariamente, creo que cuando la gente deje la absurda idea de que estar al día en marcas te hace mejor, ese día la apariencia ya no será primordial, ahora entonces las características personales serán las que destaquen y las que de verdad nos distinguen de unos y otros.

Gastamos en cosas superficiales el poco dinero que ganamos y encima pagamos impuestos por todo lo que consumimos, y aún nos queda espacio para pensar en el nuevo modelo de celular, cuando podríamos invertir en nuestra salud, en un patrimonio, en el futuro, no se trata de guardar todo el dinero que ganas, si precisamente para eso trabajas, pero tampoco se trata de derrochar y gastar en cosas inútiles y sobre todo con una economía tan inestable como la de nuestro país. Aparentemente somos lo que deseamos, pero ¿realmente lo eres? Mira a tu alrededor, mírate a ti, lo que comes, lo que vistes, lo que escuchas, lo que ves, no eres nada de lo que realmente crees que te gusta.

Sin más somos consumidores, hasta que no dejemos de lado los prejuicios, no podremos ser realmente lo que somos, en esencia, seres capaces de crear para su beneficio, ahora parece que las cosas nos proporcionan un valor, cuando en realidad nosotros deberíamos dar el valor a las cosas, parece que el café Starbucks ahora me da estatus, es decir ya no buscamos la satisfacción primaria, yo debería beber café porque tengo frio y es rico así que aunque fuera el café de olla debería servirme para satisfacer mi necesidad, pero tal parece que el vaso con el sello de la marca hace que la gente ya no toque el suelo al andar.

Es increíble cómo va cambiando la percepción de la gente, incluso ya no solo es consumir en determinado lugar, también eres mucho mejor si trabajas en dicho establecimiento, pareciera que la gente que atiende es la dueña del negocio, como si te estuvieran haciendo un favor, da pena ver a gente que se escuda detrás del mostrador para sentirse privilegiado, me pregunto de que, si es un empleado de tantos más, les pagan para atender a la gente no para hacerse los graciosos, ellos están trabajando y la gente que va a comprar es gente que trabaja también por lo tanto estamos en el mismo estatus.

El mundo comercial está por encima de nosotros, la mercadotecnia es todo un arte que envuelve a masas, somos víctimas de nuestros avances por no mantener los pies sobre la tierra.