Por G. Mateo
Se quiebra un pétalo en diminutos cristales
se eleva un hierro gimiendo entre los astros,
se hace negro el horizonte que un día fue blanco
color en el espacio, polvo en el tracto,
¿Quién llevaría su esfera azul a tal contacto?
Del centro de la moneda nacen los surcos de la mano
que encendieron el destino del cieno y del cardo
que igual van matando por los sucios suburbios,
que también han sembrado su placer en el mundo.
Los soles del océano devoran las naciones
en el contorno marino corre un leopardo asesino
¡Oh mis ojos lunares son los únicos testigos!
Lágrimas alargadas en el fondo del mar ahogadas,
contemplé en la punta de la ola la mañana evaporada.
La fe desconsolada lloraba esperanzada,
los poemas asfixiaban,
los pájaros mataban,
el león de la sabana caía
con la boca bien abierta moría,
águilas y buitres desaparecían.
¡Ay que será de esas siniestras hormigas!
¡Ay, que será de esa última riña!