Por: Elbow Radourh

Su disputa parecía leal, cotidianamente investigaba cuanto aguantaría revolcado en la putrefacción de sus antecesores, se creyó los mitos que le contaron, las partes donde todo era cierto ademas de transparente, nada mas lejano a la realidad. La mentira vive dentro de los pueblos que tapan su visión por subsistir extraordinariamente, no le dijeron que ya existir es un milagro, una genialidad de la naturaleza, esa sensación de superioridad le hizo tanto daño como un cuchillo a cualquier animal.

Con los años se quito la venda de los ojos era demasiado tarde para cambiar el propósito, ahora la maldita verdad no importaba tanto, el hilo conductor era escarbar hasta donde se pudiera, no reconocer su fallo, conoció los llantos, los golpes, los insultos, los demonios, los absurdos, los extraños y los bastardos. La aventura de ser uno de ellos le atrapo, absorber vidas con sentido a pesar de tener rencillas menores. Después de otros tantos días, dicen que los disparos llegaron a su casa, los truenos zarandearon el territorio que tanto cuidaba, las palabras necias le atacaron hasta volverlo otro.

Como con tantos de nosotros no tuvo otra opción, su filosofía se violentó, las armas se hicieron sus compañeras de vida, ahora decía, si me atacas, ataco yo, si me insultas, insulto yo, esa extraña y a la vez dramática ley del talion. Ahora no se dirigía hacia el camino seguro, tenia que apoderarse del motín que contiene el control, ese que tiene nuestra voluntad, ese que carga con nuestros sueños, ese que les importa a todos un bledo.

La moraleja es muy sencilla «si lo que buscas lo hayas con poder, ¿para que ser honesto?»