Por Josselin Chávez

“…Es mas libre sin ti, cuando avisas que sales de viaje, el día se transforma en oportunidades, sin el constante reclamo de saber donde estoy con quien y en donde, cuando.

Si bien antes enseñaste a no confiar en nadie, que tus consanguíneos eran esas personas inquebrantables con las que se puede estar siempre. ¿Te ha funcionado eso? Jamás, tienes miedo cuando estás con ellos, no son mas que invitados ajenos. Sin embargo tomas como bueno lo que es mas inmediato a los juicios establecidos, lo que llegó junto con tu ideología, miedo de aceptar los cambios.

Cuando discuto contigo no solo estás tu, esta toda la ideología de tus antepasados, es una constante guerra…”

Lees esto, quieres llorar, tus ojos están rojos, la garganta se cierra, tienes impotencia porque sabes que hay razón, sin embargo entra una llamada a tu lujosos celular y olvidas todo, doblas el papel, lo guardas porque son cosas que deben guardarse y lo olvidas. Un mes después la vuelves a ver y sigue latiendo como la primera vez que la leíste, y gustas de volverá a esconder, y te ahogas en tantas preguntas, pero te reconforta saber que ya ha pasado el tiempo y seguramente ya no piensan así.

Llega otra carta y eres amante de la angustia y el desorden que genera tu cuerpo viejo con esas noticias, y no cambias porque sería destruir todo, pero finalmente la adrenalina del cambio es en el instante de pensar en las consecuencias, cuando estas del otro lado sigue el camino, como la decisión de aventarte de un trampolín entre mas tiempo estés arriba mas esclavo de vuelves de ese martirizante pensamiento.