Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter: @ayala1788

 

No todos los directores son autores, de echo solo un puñado de todos aquellos que han realizado cine a través de los años podríamos considerarlos como verdaderos autores, pues no solo se requiere tener un estilo propio al momento de filmar sino dejar sus ideales, pensamientos, incluso referencias autobiográficas a lo largo de su filmografía, todo esto describe perfectamente al poeta visual Andrei Tarkovsky, un cineasta obligatorio para todo aquel que se haga llamar cinéfilo.

Si bien solo realizo 7 largometrajes y 1 documental a lo largo de su carrera, Tarkovsky se encargó de con su corta trayectoria dejar huella en la historia de la cinematografía, pues cada una de sus obras deja una huella de su vida, en cada argumento, en cada personaje podemos ver algo que identifique a Tarkovsky como persona, como humano, un hombre que dicho sea de paso no solamente fue polémico dentro y fuera de la pantalla, pues incluso era repudiado y perseguido por el gobierno ruso, lo que ocasiono que el director decidiera abandonar su nación en busca de mayor libertad creativa.

“Esculpir el tiempo” es el libro que escribió Tarkovsky donde se reflejan todas sus teorías acerca del arte cinematográfico, un nombre que por sí solo ya hablaba de lo que era el ruso como autor, un hombre capaz de dilatar, detener el tiempo de la imagen fílmica para volverla una especie de fotografía donde se pierde el sentido de la realidad, capaz de hipnotizarnos, seducirnos e incluso retroalimentarnos sin que nos demos cuenta.

Es esa misma facultad de esculpir el tiempo lo que hace a Tarkovsky un director no apto para todo público, no por el argumento de sus historias o el poder de sus imágenes, sino porque como autor no se dedica en ningún segundo de toda su carrera a complacer al público, el hacía cine con el propósito de proyectar sus emociones, lo que hace que aquel espectador que busque la autocomplacencia cinematográfica se sienta defraudado, pues al ruso lo que menos le preocupaba era ese público. Irónicamente es actualmente uno de los directores más reivindicados por la comunidad cinéfila.

Entre algunos de los rasgos cinematográficos que distingue a su obra se tiene una fotografía portentosa, encuadres milimétricos y uso de la luz y el color de forma simétrica siempre dando la sensación de naturalidad, también hay que mencionar la ruptura de una narrativa convencional y por supuesto la ambigüedad de sus guiones, siempre sujetos a la interpretación del espectador.

Bienvenido a esta sección de Cineastas maestro Andrei Tarkovsky.

 

«No copies nunca a la naturaleza. El  artista debe ser como el Creador mismo. Él mismo debe crearlo todo”.- Andrei Tarkovsky

 

 

3 películas para recomendar

 

El espejo. Probablemente sea la película más experimental no solo de Tarkovsky, sino de la historia del cine. El director suprime lo establecido para crear poesía y magia audiovisual con este personalismo filme que evoca sus propios recuerdos así como algunos poemas de su padre mientras las imágenes van pasando ante los ojos de un espectador sorprendido de nunca haber visto algo así. Una verdadera obra de arte.

 

Stalker. El director utiliza como principales armas la filosofía y el simbolismo para crear una inteligente analogía de nuestro camino por esta vida y la fe para conllevar nuestra existencia, de esto se trata esta odisea al adentrarnos en “La Zona”. Por lo demás nuevamente hay planos de una belleza aplastante, como sacados de un cuadro que se puede admirar una y otra vez.

 

El sacrificio. Considerada por muchos críticos como la mejor obra de su director, se trata del testamento fílmico de un poeta necesario. El ambicioso argumento toca temas como la muerte, el fin del mundo, el existencialismo, pero nuevamente son las imágenes las que se llevan los mayores halagos, sobre todo el plano secuencia del desenlace de la película, uno de los mejores realizados jamás.