Una lectura de El callado dolor de los tzotziles de Ramón Rubín

 

Por Carla de Pedro

 

 

Casi de forma antropológica nos describe Ramón Rubín las costumbres, rituales y pensamientos de los tzotziles, no obstante, El callado dolor de los tzotziles va más allá de eso pues nos permite conocer a profundidad la subjetividad de sus personajes principales, José Damián y María Manuela, mostrándonos su dolor, su soledad, su alegría y la forma en que el mundo, el suyo y el otro (el de los ladinos), los determina.

El grupo social que Rubín nos muestra se desarrolla en un lugar que se rige por una serie de costumbres y una moral estricta. Es esta moral la que lleva a los personajes a separarse pese al amor que sienten entre ellos y es lo que lleva a la gente, incluso a las personas más cercanas, como su madre, a repudiar a María Manuela por su condición de estéril.

Es también la moral social la que habrá de marcar a José Damián como un pecador, primero en su propia consciencia a causa de su labor como matancero de ovejas así como por entenderse con una mujer ladina y después de forma extrema y fatalista en su sociedad, incapaz de aceptar ni perdonar un crimen como el asesinato de borregos a causa del gran simbolismo religioso que este animal tiene para ellos.

El libro tiene una estructura clara que comienza por el problema de la infertilidad y la expulsión de María Manuela del pueblo; posteriormente muestra la degradación de José Damián al perder sus principios morales a causa del desencanto de su vida; luego narra el esperanzador embarazo de María Manuela, quien habrá de regresar de su exilio por la buena nueva y será aceptada nuevamente entre los tzotziles y, finalmente, nos muestra la imposibilidad de José Damián de reincorporarse a su sociedad  tras la caída.

La novela retrata a una sociedad indígena que está llena de costumbres como el festival tajimoltic que se nos describe de forma detallada, así mismo nos muestra a esta sociedad como un sitio de moral entrañable, una moral que no solo regula la forma en que se vive sino que es parte de los individuos, la absorben de tal modo que piensan a partir de ella, esto se observa en la forma en que María Manuela asume su papel de esposa, es  fiel a la figura de sus esposo y a la noción de matrimonio, incluso al inicio de la historia acepta el repudio de la gente porque cree que se lo ha ganado.

Por su parte, José Damián, quien se ve obligado a despreciar a su esposa acorde a las costumbres para no ser deshonrado, se siente tan mal por este hecho que decide, pese a que va contra su propia conciencia, romper las reglas morales de su sociedad, como una especie de venganza inconsciente por no haber podido romper aquella primera regla que arruinó su vida.

La represión moral es tan grande, que José Damián termina deleitándose en su pecado como asesino de borregos, primero en el rastro y posteriormente, tras su regreso, en su pueblo.

El callado dolor de los tzotziles es un libro que nos muestra claramente cómo la moral social determina, condiciona y genera dolor y felicidad en las personas que en ella viven, es una novela que nos lleva a empatizar fuertemente con sus personajes, pues aunque no seamos tzotziles, Rubín se comunica más allá de los regionalismos hacia una parte de nosotros que es subjetiva y universal, aquella parte donde está nuestra soledad, nuestra humillación, nuestro dolor, nuestra maternidad, nuestro amor, nuestro autodesprecio, nuestro orgullo, todo aquello que nos hace esencialmente humanos.