Reseña de Babylon de Damien Chazelle

 

Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter: @ayala1788

 

 

Babylon; nueva película de Damien Chazelle, se presenta como una antitesis de lo que proyectó hace algunos años en su también excelente pero más clásica La la land. Si en aquella se nos presentaba un Hollywood donde los sueños están al alcance de sus protagonistas en Babylon el tratamiento esta exactamente en el lado opuesto trayéndonos con esto un trabajo mucho más singular, arriesgado y autoral.

Así pues Babylon representa una verdadera gozada absoluta de cinefilia, festival de cinematografía y un descenso a los infiernos de Hollywood que se encuentra en la misma avenida de Sunset Boulevard o Mulholland Drive donde el séptimo arte abofetea a sus protagonistas llevándolos del éxito y glamour a la oscuridad absoluta pero nunca al olvido, porque los ídolos mueren mientras el arte permanece eterno.

La realización de Chazelle es sobresaliente y llena de energía, un trabajo de puesta en escena y narración que lo vuelve a confirmar como uno de los directores top de la industria en la actualidad. El resto es igual de grandioso, su alocado montaje que no da tregua alguna, su diseño de producción que nos adentra en un Hollywood desconocido apoyado por una fotografía de Linus Sandgren a veces onírica. Ya lo de Justin Hurwitz es indescriptible, una nueva banda sonora que se vuelve un clásico instantáneo.

Chazelle se saca del sombrero algunas de las escenas más emblemáticas de los últimos años; el prólogo a modo de presentación de personajes en una fiesta que inicia con todo el éxtasis desmedido, el paralelismo de los rodajes (cine mudo- filmación sonora vs cine sonoro- filmación muda), el maquillaje del personaje de Jovan Adepto, el descenso siniestro cortesía de Tobey Maguire, la conversación entre Jack Conrad y Elinor, y por supuesto ese epílogo a modo homenaje redención del cine, lugar de oscuridad, pero también de sueños y esperanzas donde la felicidad irradia para incluso querer «cantar bajo la lluvia».