Por José Luis Ayala Ramírez

Unos pistoleros se reúnen a las afueras de un bar, preparan una redada, el objetivo se encuentra dentro, entran, se escuchan cinco disparos y el vidrio se rompe dejando ver al matón, nos lo presentan como El Feo, pero es Tuco para los amigos.

Anoche nos fuimos a dormir con una noticia que nos entristecía al mundo cinéfilo, el actor americano Eli Wallach nos dejaba a los 98 de edad.

Probablemente su nombre para los jóvenes no sea tan reconocido, pero lo cierto es que Wallach es uno de los actores más entrañables de la época dorada de Hollywood, un secundario de lujo que se robaba las escenas en las que participaba, que dejaba un estilo y personalidad en cada uno de los personajes que representaba aun si este fuera un cliché.

Debutó en el cine en 1956 a las órdenes de Elia Kazan en Baby Doll, luego seguirían Contrabando de Don Siegel, Siete ladrones de Henry Hathaway, Los siete magníficos de John Sturges, Vidas rebeldes de John Huston y La conquista del oeste de George Marshall, prácticamente trabajando con la crema y nata de Hollywood.

Sin embargo su consagración en el medio llega en un western europeo, con Sergio Leone detrás de cámaras y Clint Eastwood en el estelar aparece en El bueno, el malo y el feo, considerada hoy en dia como un filme de culto y uno de los mejores western jamás filmados. Wallach hizo de Tuco uno de los mejores personajes secundarios de la historia del cine, asi sin más, un personaje sumamente entrañable, puede ser tan amado como odiado, que puede ser identificado por sus ademanes pero también por sus míticas groserías, te hace reír y te llena de adrenalina. No está de más decir que la interpretación de Wallach es para la posteridad.

Otros títulos notables donde Wallach tuvo participación son El oro de Mackenna de J. Lee Thompson, El Padrino III de Francis Ford Coppola, Rio místico de Clint Eastwood, entre otras, la última vez que lo vimos en el cine seria en El escritor fantasma de Roman Polanski.

Un actor maravilloso, un camaleón, un tipo legendario. El cine ha perdido a uno de sus actores secundarios más importantes. Hasta siempre querido Tuco.

Un hombre colgado de una soga en un árbol, solo un pequeño banco lo sostiene, está a punto de romperse y ahogarse por completo, de pronto un pistolero dispara y corta la soga salvándole la vida como en los viejos tiempos, el hombre se levanta y le grita a todo pulmón, “Rubio ¿sabes los que eres? Eres un hijo de perra, un hijo de perra”.