Por José Luis Ayala Ramírez

Perversidad4

En 1944, el director Fritz Lang creó una de las obras maestras del cine negro en La mujer del cuadro, la pregunta era  ¿cómo superar semejante perfección para sus próximos proyectos? La respuesta viene en crear una película con los mismos elementos, mismo género, mismos actores, mismo director de fotografía en Milton Krasner, esta vez con un material previo como base, y tan solo un año; en 1945, después llego a los cines Perversidad.

Perversidad narra cómo un hombre aparentemente feliz, pronto su vida dará un giro de 180° tras la llegada de una hermosa mujer a su vida, así, como en La mujer del cuadro la historia nos lleva a encontrarnos a un hombre que arriesga una supuesta felicidad, en ambas películas este hombre es interpretado de manera magistral por el siempre genial Edward G. Robinson, y aquí nuevamente nuestra femme fatale es la deliciosa Joan Bennett, quizá menos peligrosa pero más seductora y perversa, el sueño de todo hombre, soberbia en todo sentido. Para completar su casting principal, se promueve al actor Dan Duryea a un papel más importante para dar vida a un estafador, con bastante clichés pero que el encaja a la perfección en su piel.

Esta vez la historia no va directamente a la intriga y al suspenso, esta vez el maestro Lang va más por una historia de engaños, nos regala una tercia de verdaderos mentirosos, con objetivos diferentes, pero falsedades al fin y al cabo. Y mientras más avanza la historia, los engaños se convierten en el pan de cada día de la historia, la verdad es prácticamente un término que no existe, la pregunta esta vez es ¿Cuál mentiroso caerá primero? Será nuestro protagonista Christopher Cross que lo hace para tener cerca a una joven y hermosa mujer, será Kitty, la femme fatale que a la vez es la sumisa de su amante, o será este ultimo que busca simplemente salirse con la suya a toda costa.

Hay que decirlo, Perversidad bien podría llevar por nombre La mujer del cuadro 2, no solo comparten cast y crew, comparten una misma esencia, ambas nos crean un claro retrato sobre la culpa, el remordimiento, e incluso en ambas películas Joan Bennett aparece retratada en un cuadro, y ese cuadro en ambas historias contara con un peso muy importante en el desenvolvimiento de la misma, Lang no solo las pone ahí para hacerse el listo, todo está bien justificado, perfectamente construido y  pintado.

Aquí se demuestra cómo darle peso a cada uno de los personajes secundarios que aparecen, y cuando me refiero a todos, es eso, a todos. Cada uno tiene un porque en esta historia, desde el crítico de arte, pasando por el vendedor de cuadros, hasta llegar a la esposa del protagonista o la amiga de nuestra femme fatale. El peso de todos es tal que uno de los momentos climax de la película precisamente muestra la justificación de tanto personaje, y todo es clave para el asombroso desenlace.

El final es sencillamente de lo mejor que he visto, una mezcla de drama y tragedia con tintes del género de terror psicológico incluso, unos minutos que claramente tendrá influencia en cineastas posteriores, por nombrar algunos Woody Allen, David Lynch, incluso Quentin Tarantino, dejando en claro que el maestro alemán es una de las mayores influencias del cine moderno.

Lang nos demuestra en cada escena, en cada plano, en cada dialogo, en cada tono que es un maestro. Un maestro de la colocación de la cámara, un maestro del manejo de actores, un maestro del ritmo, no hay lugar para el aburrimiento, no hay lugar para escenas que salgan sobrando, hay cine por todos lados, hay talento, sugiere, transmite, hace pensar, pero sobre todo, como bien dice el título, PERVIERTE.

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