Por Erick Gálvez Ayala

Sólo lo que realmente tiene valor permanece, sólo aquello que tiene en su recorrido sangre, sudor, pena y alegría es lo que soporta el paso del tiempo. Zoé tiene más de 20 años dentro de la música, aunque no se puede decir que sea una banda propia de rock, se puede decir que tiene una trayectoria forjada a base de mucho esfuerzo, persistencia, buen sonido, además de sus fans incondicionales. Este año presenta Aztlán (después del segundo disco solista de su cantante León Larregui) el cual presentaron en la glorieta de insurgentes de manera gratuita.

Para empezar, si alguien espera alguna variante del sonido de la agrupación está equivocado, escuchamos mucho de lo que ya sabemos que dominan, algunos buenos momentos, pero en general un álbum que sólo podría haber hecho la banda originaria de Cuernavaca, tanto para bien como para mal. Con la producción Phil Vinall siguen por un camino cercano a lo actual, muchos teclados, sintetizadores y atmósferas que podrían parecer oscuras pasando al lado de unos bajos realmente notables de Ángel Mosqueda (quizá lo mejor del disco). Las letras como suele pasar con esta banda pueden pasar de versos románticos celestiales hasta rimas insensatas que no pasaran a la historia.

Comienzan con «Venus» que musicalmente nos recuerda más a la faceta de solista de Larregui que al estilo puro de Zoé, sin embargo es uno de los temas que pasan con buena nota. «Azul» es la segunda pieza, el primer sencillo, una canción pretenciosa que roza lo cursi, termina por ser líricamente limitada a pesar de que la melodía tiene algo de pegajoso. «No hay mal que dure» tiene unos teclados vintage que le dan un buen ritmo, tiene una letra bien lograda hasta la parte final donde pareciera agregar con calzador la estrofa que da título a la pieza.  «Al Final» es bien ejecutada, la lentitud le ayuda a que se perciba mejor la instrumentación, contiene líneas sobresalientes, «Sentimientos que quedan atrás, fantasmas en el camino, fusiles costumbres, como tusas se caen y las cicatrices comienzan a bordarse…»

«Hielo» escarba lo mejor que pueden hacer, seguramente de las mejores canciones, «Luci» de nueva cuenta nos trae a ese grupo que busca un hit, pudo haberse quedado fuera de este trabajo y nadie la habría extrañado. Aztlan contiene momentos de belleza, pero se queda corta. «Temor y Temblor» al igual que «Renacer» buscan crecer con letras mejor logradas, en el primer caso «El ruido está dentro de tu corazón, respirando se disipan las voces…» mientras que la segunda nos traslada de este modo «Resucitar al corazón de entre las ruinas y comulgar con el mismo destino…»

«Ella es magia» suena beatlesca, pero poco sobresaliente, «Oropel» de nuevo tiene lucidez, las frases que parecen tener crítica social le dan un sentido claro. Por ultimo «Clarividad» nos regresa al cantante que disfruta su momento de felicidad, de mucho amor, de paciencia, de certidumbre.

Aztlan no es el mejor disco de Zoé, tampoco tiene una propuesta diferente, tal vez sus cualidades es que suenan actuales y que consiguen sobrellevar el paso del tiempo con un estilo claro, tiene momentos donde parece que vendrá algo mejor, pero terminamos pensado que le faltó un poco de sal para mejorar el sabor.

 

«Siembras amor y todo se da mejor

Reverbera el alma cuando más das de ti

Clarividad que me da estar junto a ti

Me inunda la calma, no me hace falta nada, nada»- Clarividad.