Por Erick Gálvez Ayala

 

¿Qué artista podría sobrevivir durante treinta y cinco años sin publicar ningún trabajo?, ¿Qué persona puede regresar a un oficio que ha dejado de ejercer por ese mismo tiempo?, ¿Qué probabilidad hay de que el regreso sea triunfal?, todo esto sólo nos lleva a un nombre, un inglés de 70 años que pudo haber sido un letrista del nivel de Bob Dylan o de Leonard Cohen, su nombre Bill Fay, un músico por oficio, un pianista sensible, el cual sin los reflectores de otros, está en un altar donde es venerado por músicos como Jeff Tweedy, Sufjan Stevens o Nick Drake.

Si bien el origen de Bill Fay se da en la década de los setenta, no podemos hablar de un reconocimiento en ningún aspecto, el debut se dio en 1970 con un álbum del mismo nombre, un piano se asomaba para retratar una sociedad y escudriñar el interior de un artista que rozaba el folk, pero que tenía mucho más para dar, los arreglos orquestales con los que musicalizaba le daban un lugar lejano a todo, no era rock, no era soul, algo lejanamente beatlesco, era único, lamentablemente algo que no embonaba en aquellos días, ambicioso sin duda, alguien lo mencionó como música verdaderamente del alma.

Dos años más tarde insistió con el grandioso «Time Of The Last Persecution«, el mismo año del maravilloso «Transformer» de Lou Reed, este último tuvo un mayor reconocimiento, no hay mucha distancia de calidad entre ambos trabajos, sin embargo, el destino del inglés estaría de nuevo alejado de la popularidad, tener buenas reseñas de los críticos no te hace renovar con la compañía discográfica por lo que sin motivo alguno le despidieron, eso sí, antes mencionaron, -“regresa Bill pero con un éxito”. Eso le trajo a Fay muchos conflictos, ¿debería de cambiar su estilo?, ¿podría componer un hit? esas preguntas nunca tuvieron respuesta. Grabo un disco a finales de los setenta que no fue publicado hasta 2005 «Tomorrow &Tomorrow», un gran silencio atrapó su carrera, pero Bill Fay seguiría componiendo canciones. Los años le vieron arreglar jardines o arreglando cosas.

2012 fue el año del regreso inesperado, «Life Is People» se editó obteniendo de nueva cuenta una buena crítica, se ganó el título de uno de los mejores discos ingleses de ese año, las piezas tenían una madurez ejemplar, el alma estaba intacta, una voz relatando maravillas a la Dylan, con tintes nostálgicos naturales, no necesitó ser vanguardista para deslumbrar de principio a fin. Tal vez las miradas siguieron sin enfocarlo del todo, lo cierto es que el mundo musical mostró un gran respeto hacia él por sus canciones como «there is a valley«, «Never Ending Happening» y «Thank You Lord«.

«Who Is The Sender» es lo último que hemos recibido de Fay, un disco más oscuro, lleno de tintes serios, aquí no hay frivolidad, hay tiempo para recordar los tiempos sordos pasados tras bambalinas, miradas al problema de las armas, esbozo de maravillas naturales y la sinceridad de alguien que recalca que aun vendrá más, el tiempo no para ni tampoco su inventiva.  «Who Is The Sender» hace estremecer con esos arreglos de cuerdas desvariados, «War Machine» es un sinónimo de resistencia, de lucha y «World Of Life» distingue perfectamente el camino de un hombre sin pensar en la meta.

Bill Fay es un gran pianista, excelente cantante y buen compositor, su enemiga número uno fue la suerte, estar en el momento indicado cuando ocurrieron los grandes sucesos fue lo que le impidió ser más reconocido, en Alegato le hacemos homenaje porque es sin duda un personaje sui generis.

 

«No hay otro músico que haya significado más en mi vida que Bill Fay» – Jeff Tweedy.