Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter:  @ayala1788 

 

 

Ingmar Bergman nació hace 100 años. Se cumple un siglo del nacimiento de uno de los más grandes directores que ha dado jamás el séptimo arte. Un genio que supo exponer en su filmografía sus creencias e ideas acerca de temas tan complejos como el amor, la vida, la muerte, la vejez, la niñez, la ciencia, la religión, el destino. Siempre dándole un lugar a la mujer en su cine como pocos autores lo han hecho, desnudándola física y psicológicamente proyectándonos sus deseos, sus miedos, sus sueños, sus virtudes, sus defectos. Un poeta visual que sabía transmitir todo tipo de sensaciones con un sólo fotograma, como sólo los mejores artistas son capaces.

A continuación enlistaremos las 10 mejores obras de un director con una filmografía muy rica en calidad, pero también necesaria por la profundidad con la que el ser humano es expuesto.

 

10.- Un verano con Mónica (1953)

 

Con esta película comienza el mito de Bergman en el cine, su primera gran obra. Lejos de su existencialismo por el que se le conoce, aquí el director sueco retrata con mucho sentimiento, pero también con mucha pasión y erotismo un drama romántico coloquial con adolescentes como protagonistas, pero llena de virtudes en su tratamiento que la hacen sumamente madura y profunda. Harriet Andersson se convertía en la primera musa reconocida de Bergman.

 

9.- A través del espejo (1961)

 

Pocos dramas familiares son tan reales y han sido tan bien expuestos como esta obra de Bergman. Un filme hipnotizante tanto por las acciones que ocurren en pantalla como por las imágenes milimétricamente filmadas por el lente de su director junto a Sven Nykvist, su fotógrafo de cabecera, quien también trabajo en “Sacrificio” de Tarkovsky. La película le dio un Oscar a Bergman en la categoría de mejor película extranjera además contiene la que es sin duda la mejor interpretación de Harriet Andersson.

 

8.- Luz de invierno (1963)

Una película sobre la fe, sobre la crisis espiritual. Bergman toca algunos de los temas que más le interesan con mucha sencillez y complejidad a la vez, deja que los silencios y rostros hablen por si solos para poder transmitir ese temor, esa desolación de la que él mismo es participe. Una historia para ir degustando lentamente gracias a sus riquísimos detalles. Junto a “El silencio” y “A través de un espejo” conforma la trilogía de “El silencio de Dios”.

 

7.- Secretos de un matrimonio (1973)

Erland Josephson y Liv Ullman interpretan a una pareja que una noche empieza a discutir de su matrimonio. Ese es el simple argumento de una de las mejores disecciones que se han hecho acerca de esta institución social, pues este largometraje es una sólida radiografía inteligente, objetiva, cruda, real y reflexiva acerca del matrimonio en un entorno existencialista. Visualmente no es un trabajo importante, pero es su guion el que carga todo el peso.

 

6.- Sonata de otoño (1978)

Otra vez la familia es el telón de fondo en este filme, pero esta vez enfocándose más a la relación madre e hija. Bergman a través de psicología pura, de diálogos precisos y sobre todo con el inmenso trabajo de sus actrices consigue crear una película tan rutinaria como pensativa, tan triste como bella, un poema cotidiano que emociona por la cercanía que puede sentir el espectador hacia él. Por única ocasión Bergman trabajaría con su “tocaya” Ingrid Bergman, tal vez la mejor actriz de la historia del cine.

 

5.- Vergüenza (1968)

La guerra según Bergman. El autor filma el dolor, la angustia, la furia, la maldad y por supuesto la vergüenza que genera el conflicto bélico. La pantalla no enseña batallas ni masacres, no le hace falta, todo lo que vemos es el conflicto visto desde los ojos de una pareja que se va transformando conforme la tragedia va sacudiendo sus vidas, así  la guerra se ve reflejada en sus discusiones, en sus miradas, en sus llantos y sobre todo en sus decisiones.

 

4.- Fanny y Alexander (1982)

Bergman ya había visto la vida a través del hombre, la mujer, los ancianos, los jóvenes, pero nunca a través de la inocencia e ingenuidad de un niño. La familia, la muerte, la religión, son algunos de los temas que se van desarrollando frente a la mirada de los hermanos Fanny y Alexander, y que por supuesto quiebra la infancia para dar paso a una madurez temprana. Visualmente es perfecta, cada detalle es meticuloso y la narrativa es de una tal sencillez que las ideas se vuelven en emociones fáciles de absorber.

 

3.- Fresas salvajes (1957)

La vejez, el conflicto, el reconocimiento, pero sobre todo el miedo. Pocas películas han filmado al hombre anciano con tal realismo, ternura, humanismo y sinceridad como esta joya cinematográfica que se ve engrandecida aún más gracias a las poderosas imágenes y claro la presencia de Victor Sjöström, que más que una actuación es la vida misma que se ve manifestada en esa mirada perdida, temerosa, pero sobre todo hermosa. Una película para verla cada cuantos años que ira creciendo en el interior de cada uno.

 

2.- El séptimo sello (1957)

Max von Sydow es un caballero sueco atormentando que se encuentra un día con la Muerte (espeluznante Gunnar Björnstrand) la cual reclama su vida, pero antes jugaran una partida de ajedrez donde el hombre saciara sus conflictos acerca de la vida, la muerte y la existencia de Dios. Uno de los grandes pilares del cine mundial, una obra gigantesca, humana, desoladora, critica, dura, trágica y hasta divertida, llena de momentos visuales para la posteridad como aquella secuencia donde se proyecta la Danza de la Muerte.

 

1.- Persona (1966)

La obra maestra de Bergman. Una película indescriptible. El director crea algunas de las mejores escenas de la historia del cine tanto a nivel argumentativo como visual, milimétricamente perfecta donde cada encuadre, cada movimiento de cámara, cada gesto, cada palabra tiene un significado subjetivo que provoca al final un resultado de múltiples lecturas sobre la historia. Imágenes vueltas poesía, monólogos convertidos en vida, rematan la faena Liv Ullman y Bibi Andersson quienes nos regalan el duelo interpretativo más grande puesto en celuloide.