Por José Luis Ayala Ramírez

@ayala1788 

Esto es gracias a ti mamá, si yo estoy aquí es por ti” declaraba Alfonso Cuarón cuando fue galardonado como mejor director por “Gravity” en los Premios Oscar 2014. La madre del director le regaló su primera cámara Super 8 con la que comenzó a filmar películas domésticas, pero además de su mamá otra figura femenina impacto durante la niñez de Cuarón, ella fue Libo, su cuidadora y a quien le dedica su nuevo trabajo “Roma”. Estas dos mujeres sirven como base para las protagonistas de esta historia y donde se pueden ver reflejados los recuerdos del cineasta en su infancia.

Por esto y mucho más podemos decir que “Romaes el filme más íntimo y personal que ha rodado Cuarón en toda su carrera, un relato que nos traslada a esa cada vez más nostálgica Ciudad de México de la década de los 70s, donde podemos encontrar a un país polarizado por la diferencia de clases sociales (tema que aparece constantemente durante el metraje), pero también en crisis política y económica, víctima de la discriminación, la libertad de opinión o de los estereotipos sociales, de echo de esto último abusa el guion de “Roma” pues los personajes son obvios, unidimensionales, en ese aspecto el protagonista más complejo es el interpretado por Marina de Tavira, una madre de clase alta que debe lidiar con conflictos familiares y personales.

La trama de “Roma” es muy simple, a veces hasta un poco telenovelesca, pero lo importante es cómo está contada, pues Cuarón no abusa de los diálogos para dejar que sea la imagen la que coja el protagonismo, así a través de paneos milimétricamente pensados el director pasea la cámara para presentar y desarrollar las acciones de los personajes mientras que se apoya del sonido para reforzar la ambientación y contexto histórico-geográfico en donde se desenvuelve el relato, de modo que uno puede cerrar los ojos y aún así sentirse en la capital del país, escuchar a los vendedores ambulantes, la música de las calles, el grito de los vecinos, el ruido del tráfico vehicular, el ambiente de la sociedad, todo esto es pura narración visual y sonora digna de un maestro como lo es el también director de “Children of men”.

Pero el alma de “Roma” no es otra que la excelente Yalitza Aparicio quien personifica a Cleo, un personaje estereotipado sí, pero muy humano, real, tanto hermoso como trágico, sobre todo cotidiano ya que a Cleo la podemos encontrar  en cualquier rincón del país, una mujer luchadora, noble, maternal que es a su vez víctima del machismo y los abusos socioeconómicos que albergan en México. Cuarón no se olvida de esas mujeres y las homenajea en “Roma”, no lanza discursos feministas ni juzga, no hace falta, lo que hace el mexicano está muy cercano a lo que hacía décadas atrás Kenji Mizoguchi, recrea el mundo desde la perspectiva de la mujer y lo vacía en celuloide.

Por segunda vez en su carrera Cuarón no trabaja con el “Chivo” Lubezki (la primera fue en Harry Potter y el prisionero de Azkaban) aunque la verdad es que no se nota, la fuerza visual de las imágenes es musculosa, desde las tomas en interiores hasta secuencias que se desarrollan en las calles, la playa o el campo rural, hay momentos netamente salvajes, crudos y sucios, escenas que te sacuden y noquean sin compasión alguna.

Cuando Cuarón ganó el Oscar por Gravity tenía a Hollywood a sus pies para hacer el proyecto que se le viniera en gana, pero el mexicano decidió regresar a su nación para crear esta obra a la que le ha puesto todo su corazón, se nota el amor por ella en cada plano, en cada sonido, en cada idea que se ve en pantalla. Cuarón ya era uno de los mejores realizadores de la actualidad, hoy ha dado un paso muy importante para convertirse en un autor y voz del cine “mexicano” a la altura de Buñuel o Ripstein.