Reseña del libro “El astillero” de Juan Carlos Onetti

 

Por Víctor Daniel López  < VDL >

Twitter @vicdanlop

 

Juan Carlos Onetti es uno de los escritores con más reconocimiento y prestigio en América Latina. Nació en Montevideo, Uruguay en 1909 aunque gran parte de su vida la pasó en Buenos Aires y Madrid. Fue en el año de 1975 cuando, debido a los temas recurrentes que tocaba el escritor en cuanto a política y sociedad, fue arrestado por el dictador Juan María Bordaberry, hasta que tres meses después logró salir gracias a la intervención del poeta español Félix Grande y el diplomático español Juan Ignacio Tena Ybarra. Al salir regresó al Madrid que ya conocía de antes, decidido a vivir allí definitivamente y siendo así hasta su muerte en 1994 (incluso declinó la invitación a regresar por el gobierno posterior que al fin había derrocado la dictadura y obtenido la democracia en Uruguay). En el año de 1980 fue ganador del Premio Cervantes y ese mismo año fue propuesto como candidato al Premio Nobel de Literatura, el cual al final no se le concedió. Algunas de sus obras más importantes son “El pozo”, “La vida breve”, “El astillero”, “Juntacadáveres” y “Dejemos hablar al viento”. También fue un importante cuentista de enorme calidad y con gran impacto social.

En esta ocasión Penguin Random House ha sacado en su formato DEBOLSILLO una edición de la quizá su más importante obra, El astillero, para así recordar al autor y dar más difusión a su obra, que en estos tiempos muchos le desconocen o no sienten inclinación por leerle. Y es que, eso sí, leer a Juan Carlos Onetti resulta un tanto complicado por la forma de expresión que tienen siempre sus narradores en las historias, el juego que utiliza dentro de los tiempos y espacios, el elevado lenguaje, así como también la grandiosa capacidad de composición narrativa con que cuenta. Este libro fue publicado por primera vez en el año de 1961, posterior a otras obras casi igual de importantes como “Para esta noche” y “La vida breve”, y en donde ya había establecido el autor uruguayo la famosísima mítica y ficticia ciudad de Santa María como protagonista principal de sus historias y en donde se habrían de desarrollar muchas de las aventuras por las que sus personajes pasean, hacen, deshacen, escapan o encuentran algo, esa Santa María que muestra uno de los temas más reflejados en la literatura de Onetti: la desolación humana.

Su capacidad narrativa se le compara con la de autores sumamente importantes como Joyce, Kafka y Faulkner, además de que fue en ellos donde encontró mucha de su inspiración e influencia literal. Casi siempre sus historias están cargadas tanto de pesimismo, como también de espiritualidad y metafísica. Un encuentro por acercarse a la verdad, si no absoluta, sí personal para cada personaje, cada persona, cada alma, en este mundo de enredos, misterios y confusiones.

En “El astillero encontramos la historia de Larsen, un hombre que regresa a la ciudad de Santa María después de estar cinco años exiliado, esa ciudad de tanta lluvia, oscuridad y frío, esa ciudad que puede llegar a comparársele fácilmente con cualquier otra ciudad que ha sufrido de gobernantes tiranos, de represión, que albergan pueblos que se siente perdidos, a veces con, a veces sin esperanza, y que se asemeja principalmente con aquellas ciudades de Latinoamérica que las dictaduras han dejado tanta catástrofe, calles desoladas y hombres que se encuentran perdidos. Una ciudad fantasma. Larsen regresa a trabajar en un astillero, lugar que parece olvidado y viejo, donde no pareciera ya poder arreglarse nada, ni uno mismo, y en el que el propietario es Petrus, que conserva la esperanza de pronto hacerlo funcionar de nuevo. Larsen acepta este trabajo como huida de sí mismo y de sus sombras, como último esfuerzo para recuperar la esperanza casi perdida. La historia se vuelve un juego de mentiras y engaños, los personajes se pierden en largos pensamientos que no tienen principio ni fin. Larsen cree también haber encontrado el amor, pero quizá éste se encuentra todavía muy lejos de llegarle. Larsen solamente desea escapar de su soledad, aunque sea engañándose a sí mismo, como muchos de nosotros. Entre tantos enredos uno también cae en el juego y se siente perdido. Pero así es la narrativa de Onetti, que logra darle a sus historias y personajes algo más que una simple y sencilla novela. El astillero” es un lugar en donde uno podrá desarmarse, solamente para ver si así se ubican las piezas completas y se las hace encajar, poco a poco, a su método, a su medida, una con otra.

 

No hubo nunca mujeres sino una sola mujer que se repetía, que se repetía siempre de la misma manera.

 

Esto ya se acabó o se está acabando; lo único que puede hacerse es elegir que se acabe de una manera o de otra.

 

Todos sabiendo que nuestra manera de vivir es una farsa, capaces de admitirlo, pero no haciéndolo porque cada uno necesita, además, proteger una farsa personal.

 

Solitario en el mostrador, volviendo la cabeza hacia la tormenta y el río, hacia el origen impreciso del olor a podredumbre, a profundidades excavadas, a recuerdos muertos que se habían filtrado en el salón del Belgrano, Larsen pensó en la vida, en mujeres, en el ronquido del viento a través de las ramas peladas de los plátanos, sobre la casilla de perro gigante de los fondos del astillero.»