PLAN

 

Por Carla de Pedro

 

 

Hay cosas que se sacuden fácilmente de la lista.

Lo difícil no es ese paso

sino el que viene después.

 

Yo, por ejemplo, conservo las palabras

y sin embargo, cualquier día, las aviento por la ventana.

 

Me he sofocado tantas veces al encerrarme

y me he cansado tanto al salir corriendo.

 

Si pudiera me detendría.

 

Si pudiera pondría una pausa aquí

y me saldría de la página para mirar el cielo.

 

Pero mis tripas se revuelcan por cualquier cosa,

la pausa nunca dura lo suficiente.

 

Sigo creyendo en el amor, en la música, en que el cielo es negro,

no obstante cuanto trate de borrarlo.

 

Y el problema no es borrar, sino borrarse.

 

Yo, por ejemplo, me quedo con las pasiones y los océanos

a sabiendas del dolor

o pese a él.

 

Yo voy guardando los recuerdos del mañana en mi cuaderno.

 

Y esto es lo peor cuando se intenta ser racional,

cuando se intenta ser estoico y eliminar el tiempo.

 

Habría que detenerse aquí y arrojar la hoja al cesto de la basura.

 

Si yo deseara ante Dios, precisamente desearía no desear,

y si deseara desde aquí, realmente desearía creer en Dios.

 

La felicidad es un estado de equilibrio que mi alma no comprende,

¡se lo explico!,

pero no comprende.

 

Uno no se puede sentar un día y elegir ser feliz.

 

Yo sigo con mi lápiz librando una batalla en busca de sentido,

ni siquiera he logrado convencerme de que éste existe.