Por Erick Gálvez Ayala

Uno de los iconos musicales del siglo XX cumple años de fallecido, 46 años han pasado tras la desaparición del frontman, uno de los más emblemáticos del rock, un  tipo que a nadie dejaba indiferente, apreciado por muchos, sobrevalorado para otros, lo real es que James Douglas Morrison Clarke nos dejó un sabor de intriga (como era su estilo) con su partida repentina, hasta el final dejo pensando a sus fanáticos, preguntas inconclusas que no se pudieron resolver. Justo en su momento como poeta en París pereció, con 27 años dejo su cuerpo maltratado por los excesos, su mente inconsciente por perderse en el trance de la sabiduría, se sintió Dios de manera inconsciente, por eso se hizo llamar «el rey lagarto«, pensó que podía hacer lo que quisiera y lo hizo.

Jim fue un amante del arte, estudio cine, quería ser poeta y no un cantante de rock, pero se dio cuenta que escribiendo canciones podía hacer un proceso similar a la poesía, buscó a Ray Manzarek, antiguo compañero de juerga en la universidad, y decidieron formar The Doors, no serían una banda de las llamadas hippies, tampoco harían heavy metal, la oscuridad más un poco de teatralidad les caracterizaría. Sin duda el líder fue Morrison, al principio cantaba de espaldas, casi no se movía y dejaba que las letras se hicieran paso entre el público, con el tiempo creó un estilo actoral, gritando, saltando, cayendo al suelo en medio de la energía instrumental, un intérprete que poseía una voz flexible, no era el mejor, sin embargo, mejoro con los años, si estaba sobrio podía impactar y controlar una masa de cientos o a veces miles de personas, verlo en vivo era un verdadero embeleso.

Por supuesto que su personalidad fue dura, el constante viaje en el que vivía ocasionado por el LSD, alcohol o hierba le hacían mirarse tal vez como un iluminado. Compuso temas magníficos, los mejores textos podrían ser: «The Crystal Ship», «Love Her Meady», «Riders On The Storm», «Moonlight Drive», «People Are Strange», entre muchas otras. Lo más destacado es que nunca vio su arte para generar dinero o fama, él era artista porque se expresaba sin tapujos, no tenía que ser como el resto. Después de acumular bastantes fanáticos vendiendo una buena cantidad de discos y ser un ídolo de las damas que veían en el un símbolo sexual Morrison se sintió ajeno, el murmullo de sus Dioses tóxicos le recordaron hacia donde debía dirigirse, el camino de la poesía y la música sólo habían sido un trampolín. Había grabado cuatro discos con The Doors, era el momento de partir a París con su mujer, ahí le esperaría su pluma acompañada de su mente visceral.

Atrás quedarían sus exhibiciones en los escenarios, no habría más comentarios contra la autoridad, el salvaje rebelde tenía que ser coherente con su hartazgo en menor o mayor tiempo que le regía su vida, El Rey Lagarto podía continuar sin parar haciendo de todo, pintar, componer, leer, beber, etc.

Morrison dejo de existir en Francia, cuna de grandes poetas, estaba retirado del mundo musical, tenía un camino tortuoso por delante, no podríamos asegurar que estaría haciendo a los 74 años, seguramente sería lo menos pensado, evito llegar a la decadencia de los últimos años, en cambio vivió con destellos de grandeza y segmentos de fracaso, fue todo y nada, no debe considerarse entre los mejores 5 personajes del rock pero fue mucho mejor de lo que los críticos piensan.

«Si las puertas de la percepción se depurasen, todo aparecería a los hombres como realmente es, infinito», Las bodas del cielo y el infierno – William Blake.