Por Erick Gálvez Ayala

 

La libertad es un término cada vez más prostituido, como dice la canción, «lo que antes llamaban derechos, son los privilegios de hoy», todo el mundo menciona esa palabra como si escoger nuestro teléfono móvil fuera una muestra de esto, como si elegir entre unos políticos que se auto-eligen para representarnos fuera otra prueba de esta. La libertad en esta vida es tan relativa como la de un pájaro en una jaula más o menos amplia, puedes decidir a donde dirigirte siempre y cuando te lo permitan.

Ser libre representa poner tu estado en una red social donde se controlan tus datos para utilizarlos en alguna ocasión con fines peligrosamente desconocidos, compartir con gente que no convives, situaciones verdaderamente insignificantes. ¿Cuál es la razón de pensar que somos libres? ¿Por qué pensamos que en España hay más libertad que en Cuba? Pensamos que somos libres porque tenemos derecho a decir lo que pensamos, a realizar lo que queramos, a tener nuestro propios alcances; sin embargo, esto no es muestra de ello, ¿Acaso pensamos que los medios no influyen? el infravalorado entorno, la manipulación de los dueños del mundo nos perfila hacia el camino de la individualidad, cuando nadie quiere estar solo.

Esta sociedad nos hace individualistas, nos cubre de soledad porque le conviene aislar las propuestas de cierta índole no común, esos controladores del sistema nos comparten información manipulada, nos engañan con libertad controlada, vigilada por GPS, nos tienen aletargados, disfrazados de felicidad porque pareciese que siempre debes de mostrar una satisfacción por migajas repartidas entre todos. Esos mismo tipos rechazan una identidad colectiva, si hay que hacer grupos deben ser alineados con dos partidos que fingen ser contrincantes para apoderarse de la muchedumbre.

Otra parte indispensable de un yunque político es la competitividad, para ellos es necesario peleas de ego en cualquier nivel por cualquier situación, lógicamente esta lucha sigue durante todo el recorrido de un ser porque las victorias no son definitivas. Ahora en los trabajos la solidaridad es basura reciclada, el compañerismo se pierde por causas puntuales de los controladores, la fortuna nos abandonó hace tiempo para ser llamada esfuerzo, ese que no todos tienen.

La libertad en conclusión es una mirada hacia el vacío con un dibujo previamente realizado, una imagen llena de flores y cosas afectuosas, un espejismo degradado que no volverá nunca o tal vez nunca existió.

 

«La libertad no consiste en tener un buen amo, sino en no tenerlo» Cicerón.