Víctor Daniel López  < VDL >

La poesía llama” es el título de la nueva antología poética del escritor michoacano Homero Aridjis, recién publicada este año, contando con setenta y ocho años de edad, en los cuales ha ido sumando una larga trayectoria cultural, literaria y ambiental. La poesía, esta vez, llama a una esperanza, a un retorno, al instante presente, no sin antes haber rebuscado previamente en el pasado para hacer despabilar los recuerdos que parecían inertes. La llama, flama siempre viva en los versos que comprenden todo poema, llama de la poesía, se mantiene encendida alumbrando el silencio y sus horas, para estar así en todo momento despierta y viva. Esta recopilación es ahora publicada por Fondo de Cultura Económica, resultando ser prometedora para cualquier lector hasta lograr enternecerlo y encender dentro de él la propia llama que inspiró al poeta en el momento de escribir cada una de sus líneas.

La obra de Homero Aridjis consta de más de sesenta publicaciones, abarcando, además de poesía, ensayos, teatro, cuentos, novelas y libros para niños. Ha sido merecedor de numerosos premios como el Xavier Villaurrutia para mejor libro del año (por “Mirándola Dormir”), el Diana-Novedades, el Grinzane Cavour, el primer Premio Estatal Eréndira para las Artes, y otros más, así como también ha sido nombrado Miembro Emérito del Sistema Nacional de Artistas Creativos, Miembro Honorario de la Sociedad de Autores Helénicos y Doctor Honoris Causa en Humanities por la Universidad de Indiana. Fue embajador de México ante la UNESCO de 2007 – 2010. Y en los años de 1997 – 2003 fue presidente de la asociación mundial de escritores “PEN Club Internacional”. Juan Rulfo llegó a afirmar sobre su obra… “la poesía de Homero Aridjis es un símbolo del amor. Su obra es muy bella, sobre todo en el sentido de la expresión, que en él es muy original, muy nueva. Trata sus temas de una manera muy limpia (…) Digo de Aridjis que es un poeta del amor, en el sentido más noble.”

CEREMONIA AL ROMPER EL DÍA

Oye la palpitación de la piedra,

la respiración de la luz,

mira el árbol atado por la sombra a la tierra,

la voz del Invisible soplar las lápidas de papel,

siente la pasión del trueno que persigue a la sombra

de la lluvia en el cerro de Altamirano;

mira la voz de los zapatos viejos

que andan sin agujetas debajo de la cama,

sólo tú puedes ver a los soñadores antiguos

que te procrearon en los talleres de la resurrección,

sólo tú puedes escucharlos con los párpados cerrados.

Sólo tú puedes oír el paso de los ausentes

caminando delante y detrás de tu sombra

cuando sufres un apagón de la conciencia.

Sólo tú ves a los fantasmas de ti mismo bailar la música

de la melancolía frente a los reflectores de la nada.

Sólo tú puedes ver los trenes de la infancia

correr veloces hacia atrás, hacia el abismo de ti mismo.

Ven, ven conmigo a la ceremonia del no-yo.

En esta nueva obra, considerada inédita, se dedica a la búsqueda misma de la poesía, desde sus raíces hasta su encuentro con el universo y el hombre. Explora los misterios del tiempo, la infancia, el amor, los recuerdos, la muerte. Intenta encontrar las respuestas con las que quizá había tenido que cargar toda su vida. Al escribir estos poemas, Aridjis comenta sentir nostalgia por los conceptos de vida, de hombre, mujer, los conceptos de romanticismo y amor a la naturaleza, así que trabajó en ellos para poder hacer un llamado, para “regresar la mirada a lo antiguo, justo en momentos difíciles y sin anhelo por los que atraviesa México.” Uno logra percibir que a lo largo de todos los poemas temas recurrentes como la vejez, la nada, el autodescubrimiento, los espejos, lugares que fueron testigos de algún momento (como Bizancio), y la vida cotidiana que uno vive o puede ver viva dentro de las calles de la ciudad de México o sus rincones lejanos de la república.

MUROS, VENTANAS Y ESPEJOS

1

De aquellos que nos amaron,

de aquellos que nos mecieron

han quedado ecos sin muros.

Y cuando llega la noche,

cuando del cuerpo salen fantasmas,

al tratar de abrazarlos,

sólo toco silencios.

 

La antología recaba 135 poemas cortos, pero bellos, con los que también forma un grito dentro del pueblo, para el gobierno, siente duelo por todas las mujeres que han sido asesinadas y homenajea a la gran madre de todos y todas las cosas: la Madre Tierra. Regresa a las raíces, a la historia, a la sangre que nos ha dado cultura y un pasado digno de ser contado y alabado. Ataca al machismo hasta querer destruirlo, critica al poder, se envuelve de las emociones humanas, y rinde admiración, de alguna u otra forma, hacia sus escritores favoritos, aquellos que han contribuido a hacer de su propia poesía una obra grande, verdadera y bella, una que seguro pasará a la historia artística del país. “La poesía llama” se convierte en pequeños retratos autobiográficos del autor, recabados de sus propias memorias, experiencias e ilusiones.

LAS PUERTAS VERDES

Las puertas verdes

de la lluvia

sólo las abres tú.

 

DOS POEMAS DE TODO

1

Un hombre salta desde un rascacielos,

y cuando va cayendo

grita desde su cama:

“Todo dura un momento”.

 

Sobre escribir poesía, Aridjis afirma que le representa un tipo de muro que lo protege de las agresiones que se viven allá afuera, un muro levantado para detener la sangre que corre día a día, la violencia, la destrucción de los propios hombres, unos con otros, y lo peor de todo, la destrucción del mundo, nuestro único hogar y el único inocente en todo este circo. Para Aridjis, el escribir poesía dice que le representa “un diario íntimo que se ha ido haciendo con los años, con experiencias personales y ajenas, con pensamientos propios y heredados, con lecturas afines y accidentes que estuvieron a punto de matarme, con revelaciones que me han soliviantado interior y exteriormente, con discrepancias conmigo mismo, con formas de defensa que han sido maneras de desagraviarme del ambiente hostil que me ha rodeado.”

CARPE DIEM

Triste la mañana del miércoles y triste la del viernes.

Más triste mi rostro en el espejo, huérfano de mí.

Pues no hay peor cosa para el ánimo que abandonar

un sueño para meterse en la sombra que llamamos cuerpo.

Como araña la muerte babea los días.

Como ilusos colgamos corazones de luz en las paredes

y ponemos panes de amor sobre la mesa.

La vida es un parpadeo,

un fulgor entre dos eternidades muertas.

No sé si seré feliz mañana.

Ahora soy nada, soy inmortal.

 

“¿De qué se ha alimentado este diario secreto?” -Pregunta el poeta- “… de la experiencia ancestral y de la propia, de la vivencia solitaria y colectiva, de la observación de lo insólito, lo inaudito y lo inexplicable. En suma, del estremecimiento verbal, o mudo, que nos deja el relámpago en la mente, la presencia ubicua de lo luminoso. Y de ese sentimiento que provoca la consciencia de que el Dios ausente está presente aquí y allá, y en ninguna parte. Y en aquello, que, por pequeño, por insignificante, sucediendo en el mundo cotidiano, no es menos fascinante, no es menos misterioso que los grandes fenómenos”, responde el gran amante de la naturaleza, de las abejas, de la poesía y la vida… el gran Homero Aridjis.

LA POESÍA LLAMA

Las llamas del poema iluminarán tu noche,

los verbos de sus cenizas arderán en tu principio.

Todo yo seré ella, toda ella seré yo.

Los dos seremos un cuerpo en combustión

que da a luz a la muerte.

Muerto el yo, la poesía,

huérfana de palabras,

abrirá las puertas del misterio.