Reseña de El diablo entre las piernas de Arturo Ripstein

 

Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter: @ayala1788

 

 

El tándem más preciado que tenemos en el cine nacional; compuesto por el director Arturo Ripstein y su guionista (y esposa) Paz Alicia Garciadiego, regresan tras algunos años de ausencia con su nuevo proyecto protagonizado por la primera actriz Sylvia Pasquel. El nombre de la cinta es El diablo entre las piernas, y si, el este título  es en pantalla todavía más morboso de lo que de por si suena.

 El diablo entre las piernas es probablemente el filme más sugerente de Ripstein en muchos años, lo que ya es mucho decir ya que se trata de un director que en su filmografía gusta de lo fuerte y crudo, ambas cosas están en su nueva producción elevado a la enésima potencia. El guion de Garciadiego nos expone la sexualidad, el deseo y el masoquismo en un matrimonio de la tercera edad y lo hace sin ninguna clase de restricción, censura o respeto hacia el espectador teniendo como resultado un filme visualmente impactante por la brutalidad de sus imágenes, pocas veces se ha visto un tema tan tabú mostrado con tal realismo y al mismo tiempo honestidad, se nota el amor que el director y guionista sienten hacia los protagonistas y se ve reflejado en el dibujo de personalidad, en la exposición de lo cotidiano, de los mismos actos sexuales y hasta en la atormentada relación que forjan los protagonistas.

La película no teme en ningún momento herir susceptibilidades, la fuerza de lo que se cuenta es tan descarada que raya en lo grotesco, el guion es tan masoquista con su protagonista que seguramente las más puristas podrían salir repelidas ante El diablo entre las piernas, pero el objetivo de Garciadiego no es ningún momento lanzar un discurso feminista o de demanda, para nada, ella entiende a su personaje y la forma de redención para ella está totalmente en el lado opuesto de lo políticamente correcto, y se agradece tal valentía para mostrarlo así.

Sylvia Pasquel admite ser el rol más desafiante de su carrera, se nota, pues su Beatriz es un personaje lleno de tristezas, donde su único momento de alegría es poder ir a bailar en el club donde trabaja mientras que es en su hogar donde vive el mismo infierno junto a su marido (fantástico Alejandro Suárez), reflejando lo rutinario, pero también la crueldad y ahogo en un matrimonio víctima de las inseguridades, la comunicación y una memoria que es imposible de resetear.

Sin dejar de renunciar a su estilo y siendo más provocativos que nunca, Ripstein y Garcidiego han logrado probablemente su mejor película de los últimos 20 años, un trabajo honesto, valiente y con mucho ímpetu, no termina por ser perfecto (la excesiva duración no se lo permite con muchos momentos muertos) pero si con la suficiente fuerza para que la herida que te deja no sane en un buen rato.