Grandes esperanzas, de Dickens a Cuarón

 

Por Carla de Pedro

 

 

¿Qué es la vida si no ese viaje que uno hace para encontrarse?, y ¿qué es el amor sino, como dice María Zambrano, un “camino cuyo logro es la propia unidad, el llegar a ser de verdad uno mismo”? Grandes esperanzas es la historia de un viaje, es decir de una vida, la de Pip; y es también la historia de un amor, el que siente el protagonista por Estella y a partir del cual habrá de desear ser la mejor versión de sí mismo.

Publicada por entregas entre diciembre de 1860 y agosto de 1861, Grandes Esperanzas (Great Expectations) es considerada una de las mejores novelas escritas por Charles Dickens y ha sido adaptada al cine y a la televisión en diversas ocasiones.

La primera adaptación es de 1917 y es muda, mientras que la última es de 2013 y contó con una interesante actuación de Helena Bonham Carter. Enmedio resaltan una versión de David Lean de 1946 y una miniserie de la BBC de 2011.

Casi todas las adaptaciones guardan cierta lealtad a la novela, menos la versión de Alfonso Cuarón, realizada en 1998 y que cambia varias cosas: el escenario londinense del siglo XIX es reemplazado por un Nueva York de finales del siglo XX; el nombre del protagonista cambia de Pip a Finn y su profesión va de la vaga “ser un caballero” al concreto talento del arte; así mismo, Cuarón elimina algunos personajes, como a los amigos de Pip: Biddy y Herbert Pocket.

Esta versión de Grandes Esperanzas ha sido criticada incluso por el mismo Cuarón, quien afirmó que había sido un filme fallido. No obstante, esta versión protagonizada por Ethan Hawke y Gwyneth Paltrow, tiene varios aciertos, gracias a su desviación de la historia original.

Nunca acabó de convencerme el hecho de que en el libro, Pip se definiera como un caballero, siendo ésta una identidad vacía que solo se rellena del honor y la posición social (cuestiones que nunca llenan realmente, sino que solo maquillan), pero en esta versión, Finn, el protagonista, es un pintor y esto genera un cambio importante en la perspectiva que se nos brinda de la historia.

Como artista, Finn retrata la realidad, pero no solo la retrata sino que la interpreta porque el arte es eso, no se trata de captar la realidad objetiva, esa ya está dada, sino de captar una idealidad, una interpretación subjetiva. El arte, como afirma Jorge Cuesta: “…apenas puede justificarse como la promesa de otro gozo mejor.”(La pintura superficial)Y esa promesa es la vida misma de Finn reinterpretada.

La visión del protagonista como un artista, nos muestra que Finn no es un individuo sin personalidad cuyo único interés es salir de la pobreza y convertirse en un sujeto valorado por todos y, en especial, por Estella.

 

 

Muchos han criticado precisamente la falta de conciencia social de esta versión, pues no muestra la pobreza de la que Pip busca salir, pero a mi parecer la pobreza idealizada (tanto positiva como negativamente) de Dickens es un lugar común que nada tiene de conciencia de clase y sí mucho parecido a “En busca de la felicidad”, esa película que más bien debió llamarse “En busca de trabajo”. Y no es que el espíritu protestante de Dickens sea criticable, mucho menos porque su época y sus circunstancias son bien distintas, pero poco nos identificamos quienes consideramos que eso que nos venden como “éxito”, es precisamente lo opuesto a ser feliz.

Que no haya conflictos sociales en Grandes Esperanzas, se agradece en hollywood, donde, como bien dice Slavoj Žižek, el pobre solo existe en función del ricoen TitanicJack solo sirve para que Rose se supere como individuo y cumple su cometido aunque se muera; mientras que la sirventa invisible y sin personalidad de Roma solo sirve para salvar de forma literal y obvia a los niñitos ricos que han perdido a su papá.

Por eso, aquello por lo que el director mexicano ha sido tan criticado (no tratar Grandes Esperanzas desde una perspectiva social) es para mí un gran acierto.

Pero el mejor acierto es, desde mi perspectiva, el arte, pues éste brinda sentido a la vida del protagonista y en vez de eliminarlo, como en Roma, lo construye como un individuo real, que se conforma de dos formas: mediante la mirada de Estela y mediante su propia invención de su vida en el arte.

Pese a la similitud del éxito entre Finn y Pip, a nosotros nos agrada más que triunfe el arte. Porque el arte siempre es fondo y no sólo forma. Porque el arte proviene del corazón, de las tripas, de algo que nos es de verdad valioso.

Cuarón convierte al protagonista literalmente en otra persona: en un hombre sensible, en alguien que se inventa a sí mismo y no espera que la sociedad lo haga, e incluso adquiere otro nombre para que sepamos que éste es otro, que este hombre no quiere ser un caballero, ni siquiera le importa triunfar como artista (porque eso le llega de afuera y lo acepta pero un artista es siempre más que eso), que lo que le importa es la vida y con ella, desde luego, el amor.

Estella es el motor de cada una de las acciones de Pip, pero esto es más claro en el apasionado Finn que la persigue descalzo o en la lluvia, que la rapta de un restaurante en el que ella cena con su prometido, que le confiesa su amor a gritos. Finn parece más enamorado que Pip. Que Cuarón convirtiera Grandes Esperanzas en una historia de amor más que en una de superación personal, es también un acierto.

Así entonces, todo lo que Cuarón y la crítica ven como fallas, a mí me parecen aciertos, pues convierten a Grandes Esperanzas en una historia subjetiva y apasionada, donde lo que mueve las tripas es más importante que el progreso material o social.

Desde luego, todo depende de la perspectiva de quien vea o lea la historia, para muchos una película no supera a un libro y esto es cierto en algunas ocasiones en que un libro bueno es convertido en una cochinada (como La virgen de los sicarios), pero yo pienso que sí hay películas tan buenas como el libro (como el Club de la pelea) o incluso mejores en el caso de algunos best sellers bastante malos (como Diario de una pasión).

En el caso de Grandes Esperanzas me parece que el libro está escrito con la maestría de Dickens, desde luego contiene ciertas visiones con las que no conduerdo pero eso no elimina la gran valía del libro; mientras que la película reinterpreta la historia y nos brinda una visión muy diferente pero muy buena, apenas a la altura del libro.